Diario de León

PERFIL. EDUARDO MORÁN

Corredor de fondo, político de garra

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manuel c. cachafeiro | león

Para Eduardo Morán Pacios (Magaz de Abajo, 1963) ha llegado el momento más importante de su ya larga carrera política. Quizá también porque ha sabido esperar.

Ayer, vestido de traje oscuro y corbata roja, asumió la Presidencia de la Diputación en un renovado salón de Plenos del Palacio de los Guzmanes que, como ningún otro lugar, resume el poder en esta provincia, con 211 municipios y una extensión más grande que el País Vasco. Un momento histórico para el PSOE y también para el Bierzo. Paradojas de la política, gracias al apoyo de la Unión del Pueblo Leonés un berciano será presidente 83 años después de que lo fuera Ramiro Armesto y 24 años después de que ocupara el sillón el último socialista, Agustín Turiel. Eso dice también la Wikipedia que ayer estrenó.

Morán asume así un puesto de gran relevancia política e institucional al que sólo ha aspirado de puertas para afuera cuando el viento favorable se quedó sin palos en el camino. Afable, amigo de sus amigos, batallador, con fama de buen gestor, duro de pelar, su candidatura llegó con el bagaje de un triunfo aún más claro en Camponaraya, sin competidores posibles en el banquillo provincial socialista a la vista de los resultados y con un trabajo interno que le ha valido la autoridad en el partido como número dos de Javier Alfonso Cendón. La mejor prueba, la unanimidad que concitó su candidatura, aunque más de uno tuviera que tragar más que saliva.

Pudo ambicionar otros cargos en el Senado o en Valladolid, pero Eduardo Morán ha sabido esperar. Quizá también porque vio que era posible. Que un berciano y más de Camponaraya podía ser presidente de la Diputación.

Aunque ayer cumpliera con el protocolo que marca la institución, Morán no es un político ni de trajes ni de corbatas; más bien, de todo lo contrario. De ir casa a casa, pueblo a pueblo. De conocer los problemas desde la cercanía, sin intermediarios. Hablando siempre en plural: somos, queremos... Así ha vivido la política en los últimos 30 años desde esa privilegiada atalaya de Camponaraya, santo y seña del socialismo en la comarca del Bierzo. En el día a día, peleando voto a voto.

De la mano de Antonio Canedo, desaparecido demasiado pronto, llegó a concejal en los años noventa después de afiliarse al PSOE en 1984. Con él, con aquel «orfebre» de la política como lo definió Jesús Esteban, Susi, cuando Canedo murió, Morán viajó a todas partes, y también conoció los entresijos del poder. Después, cuando tuvo que caminar sólo, no le tembló el pulso y también supo encajar algunas traiciones. Se fue cuando falleció su mentor y amigo para volver en 2015. Desde entonces es alcalde de Camponaraya.

Paradojas del destino —otra más—, hace ahora 24 años se quedó fuera de la lista de diputados provinciales de su partido por esas guerras internas que tanto gustan, candidatura en la que sí estuvo Matías Llorente, otro curtido en mil y una batallas, que por entonces formaba parte del PSOE. Entonces ya supo lo que era esperar. Terminó siendo diputado provincial.

Sólo la familia y los amigos pesan más en la vida de este funcionario de la Administración Local al que apoyar a Susana Díaz en la guerra interna con Pedro Sánchez no le ha apartado de puestos de responsabilidad. Ser presidente de la Diputación le obligará ahora a viajar, también a despachos de ministros y presidentes, y todos los días dormirá en Camponaraya. Ese es el mayor de los retos. No perder las raíces.

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