León y el alfoz avanzan en su fusión con un ambicioso plan para la travesía de la carretera de Caboalles

La carretera de Caboalles, que enlaza León con la montaña,y da servicio a más de 12.400 vehículos a diario, va a mejorar su estética en la conexión de la capital con su área metropolitana de la mano de un macro proyecto de la Junta de 5,4 millones que incluye mejorar su aglomerado, pero también igualar y colocar aceras donde no existen, implantar el primer carril-bici de la zona e instalar luminarias para dar seguridad a viandantes y ciclistas.

La actuación, muy reivindicada , arranca el próximo año en San Andrés del Rabanedo, en un tramo de casi dos kilómetros que parte de la avenida de San Ignacio de Loyola, a la altura de las Pastorinas, y se prolonga hasta la glorieta de Villabalter con un presupuesto de licitación de 1,29 millones. Los redactores del proyecto destacan que en el límite con León la zona está urbanizada, pero con unos aparcamientos en batería que disponen de unas dimensiones «demasiado amplias e irregulares en detrimento de las aceras» en San Ignacio y, aunque cuentan con espacio mínimo para el tránsito peatonal, «se quedan muy ajustadas por la presencia de numerosos negocios en algunas localizaciones puntuales».

Tras la avenida surgen las glorietas de la intersección con la avenida Río Bernesga, la que da acceso a las calles Lancia y Numancia y una tercera que se sitúa al final del trazado, para derivar a Villabalter. El firme a su alrededor se encuentra deteriorado por el paso de vehículos y, especialmente, por los giros de los de gran envergadura como camiones y autobuses, unos 187 a diario. «Subsanar la peligrosidad que genera la confluencia de vehículos, peatones y ciclistas y mejorar la accesibilidad es el principal objeto de estas obras que se adjudicarán en el primer trimestre del año 2023», destacan.

Los trabajos optimizarán los espacios y mantendrán el mismo número de aparcamientos, pero darán una «imagen de uniformidad con el resto de la avenida sin afectar a la funcionalidad del estacionamiento actual». Desde la rotonda de San Juan de Dios hasta la glorieta del Jardín de San Andrés, valoran que el firme de la carretera está «deteriorado» y carece casi en su totalidad de itinerarios peatonales, además de las márgenes sin urbanizar.

Mención aparte merece el canal del Carbosillo porque al cruzarlo las aceras se estrechan y no disponen de los anchos libres mínimos que exige la normativa de accesibilidad. Por eso se dispondrán unas pasarelas de madera, paralelas a la estructura actual para permitir el paso independiente de peatones con un incremento de seguridad. El resto de la vía, hasta llegar al cruce con Villabalter presenta una tipología similar, con un firme defectuoso , falta de aceras, problema de altimetría con desniveles y cunetas llenas de vegetación, zonas con canalizaciones para la recogida de agua rotas y en mal estado de conservación que se corregirán. También los accesos a las parcelas y fincas de las márgenes son irregulares y sin espacios para una adecuada fluidez entre los tráficos rodado, peatonal y ciclista, que se mejorará.

A esas carencias se suman la «necesaria modernización de la señalización horizontal y vertical o la red de abastecimiento, telecomunicaciones y alumbrado», indican. De hecho, el proyecto contempla una nueva red de drenaje que facilite la evacuación de las aguas de la propia carretera y del carril bici, así como de las aceras, aparcamientos y otros espacios urbanos, para asegurar el correcto drenaje de las pluviales.