Si, no, bueno, vale

Amanece con nieve. Día de reinicio del curso escolar. Tráfico extraordinario. Comienza la reorganización de las diez líneas de autobús y el nacimiento de dos trayectos nuevos, con un consiguiente ajuste de horarios que, desde primera hora de la mañana, comienza a despistar a los usuarios habituales. Elvira y Eva se muestran desconcertadas a las ocho de la mañana porque no acaba de llegar hasta Padre Isla el autobús que las tiene que llevar hasta su colegio. Resulta que una de las líneas con las que contaban ha desaparecido y una de las dos que les quedan ahora ha adelantado ligeramente el horario, por lo que finalmente tienen que esperar el Alsa que sube a Navatejera y que sí respeta el horario, aunque no el bonobús que utilizan normalmente. Este es un caso que refleja claramente el desconcierto ciudadano respecto a la esperada modificación del transporte urbano, que, en todo caso, es sólo parcial y deja aparcada temporalmente la constitución del consorcio metropolitano para unificar las líneas de León y la periferia. Susana es universitaria y vive en Fernández Ladreda. Sabía que la red de transporte iba a cambiar, pero no hasta el punto de que le afectase con la supresión de una de las dos líneas de bus que antes la trasladaban hasta el campus. Quien se conocían ayer de «pe» a «pa» la nueva reordenación eran José Valle y Carmen, vecinos de Alcaidón, en el área de La Bañeza, quienes ahora tienen la oportunidad de ir, por primera vez en la historia, hasta el complejo hospitalario de León desde la estación de autobuses. Esta línea, la 7, es el gran acierto del nuevo entramado, el ejemplo del denominado transporte intermodal, que permite cambiar de medio en un mismo punto. Dará servicio a todos aquellos que llegan de los pueblos de la provincia con destino a los centros hospitalarios, sin necesidad de que se tengan que trasladar hasta la plaza de Santo Domingo. Acapara también una importante área urbana que nunca antes había tenido enlace directo con los hospitales, caso de Pinilla, El Crucero y Eras de Renueva. «Muy bien, muy contentos», coinciden al decir José y Carmen. Ignacio es otro de los que inauguró ayer la nueva línea 7. «No estoy yo convencido, no sé yo. Ya veremos», comenta al apuntar que prefería las anteriores combinaciones para trasladarse desde el barrio de Santa Ana hasta El Crucero. Con el carné para jubilados, sólo paga diez céntimos de euro. El resto, 70 céntimos. Con bono de diez viajes, cuatro gratis.