Diario de León

| Crónica | Rajoy visita Castrillo de los Polvazares |

La sopa de bodas, una debilidad del líder del PP

Rajoy se reunió con sus ex compañeros de los Jesuitas alrededor de un cocido y mostró predilección por el caldo que se prepara en Maragatería, en las fiestas señaladas y en los desposorios

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Alberto Domingo - castrillo de los polvazares
León

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León se ha puesto de moda para los políticos de las más altas esferas: si la capital se ha convertido en sede de consejos de ministros y de encuentros hispano-germanos, el resto de la provincia no iba a ser menos y, así, Mariano Rajoy, presidente del PP y líder de la oposición al ejecutivo de Zapatero, se reunió ayer con sus ex compañeros de los Jesuitas en Castrillo de los Polvazares, donde el cocido maragato le ayudó a recordar viejos tiempos. Nada más llegar a Castrillo, Rajoy explicó ante los medios el motivo de su visita, de carácter privado, y su intención de no hacer ningún tipo de declaración relativa a la actualidad política. Con este talante, llegó el jefe de los populares a tierras maragatas con puntualidad y tuvo suerte de que a Casa Juan Andrés se puede llegar en coche hasta la puerta, evitando un camino peatonal en el que se hubiera encontrado con un «No a la guerra» escrito en la pizarra destinada al menú de uno de los restaurantes de la localidad. Si bien la pintada no es de rabiosa actualidad, sí le hubiera recordado aquel tiempo en el que otro de los actuales presidentes del PP -el de honor, José María Aznar- se encontró con la oposición de la mayoría de los españoles a su postura sobre Irak. Evitado el paseo no llegó el mal trago y fue imposible hacer la foto -¿sensacionalista?- y el político gallego pudo dedicarse a lo que venía a tierras de ZP -menos mal que la pedanía de Castrillo la gobierna su partido-. Banquete «nupcial» Casa Juan Andrés estaba ayer abarrotada, como el resto de los restaurantes de Castrillo. Además del banquete de los ex alumnos, en el restaurante se sirvió a otros clientes en un segundo comedor. Los de Jesuitas habían reservado mesa -cuarenta comensales más la comitiva del presidente del PP- hace quince días. Si bien no se supo de la presencia de Rajoy hasta el viernes, en el restaurante se había comentado la presencia de un importante directivo hostelero. Se guardó bien el secreto. El menú no escondía secretos: primero la carne, luego los garbanzos y la berza, la sopa y las natillas. El cocido de siempre, aunque Juan Andrés Alonso, el cocinero, también sirve la sopa de bodas, la de las festividades y los casamientos. El propio Alonso explica que la de las bodas es la sopa normal del cocido a la que, de manera especial, se añade pan, chorizo y huevo y se mete en el horno a gratinar. En Casa Juan Andrés sólo la sirven si se encarga previamente, explica el responsable del negocio, y el caso es que a Rajoy le gustó y quiso repetir sopa de bodas. Si repitió de otra cosa o si se fumó un cigarro puro de esos que le gustan es cosa que quedó entre amigos, en una visita privada. Es de suponer que el líder del PP tiró del tabaco y, como gallego, también de un buen orujo. El caso es que entre Rajoy, Zapatero y Schröder nos promocionen Castrillo y San Marcos.

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