Diario de León

León sale del armario

Durante el franquismo no hubo lesbianas represaliadas por la ley de peligrosidad social, «se nos ignoraba porque el sexo, como el coñac, era cosa de hombres», afirma Empar Pineda La tradi

Cerca de 90 leoneses pasaron ayer por el stand de la plaza del Espolón

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Ana Gaitero - leóndl | león
León

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Nada de desviaciones genéticas, «somos más normales que las amapolas en el campo». Así de natural mostró ayer Empar Pineda, feminista y una de las fundadoras del movimiento lésbico en España, la cuestión de la diferencia sexual en el curso Visionándonos, diversidad y/o diferencia que se celebra en el Instituto Leonés de Cultura organizado por la Concejalía de la Mujer. Pineda subrayó que el «deseo sexual es absolutamente plástico» y esto es lo que explica que «nacemos seres sexuales pero hay 50.000 factores que pueden orientar nuestro deseo hacia un tipo de práctica». Una forma de ver la diferencia sexual, muy distinta de la de la familia de Rufino, gay de 21 años que aún no lo ha confesado en casa, donde están «en contra de la discriminación de homosexuales, lesbianas y transexuales pero también están en contra de la equiparación de derechos». Rufino no asistió personalmente a la mesa, envió una carta, porque no podía justificar en casa su ausencia. Tampoco lo ha contado Rosa, cofundadora del movimiento Sonríe tú, de Zamora, aunque «tengo más suerte, porque sólo me llevo un año con mis hermanos y con ellos todo es colegueo». «También me alegro de no vivir en la época franquista», añadió tras contar su reciente participación en un homenaje a los presos condenados por su homosexualidad y encerrados en el presidio de Fuerteventura. «Yo descubrí que era lesbiana en 1976 -dijo Empar Pineda, nacida en Hernani en 1944- y desde entonces la vida fue otra cosa», confesó. Su historia fue una intensa inmersión en lo más profundo del Franquismo. Va a estudiar a Madrid porque Paca la Culona , como se conocía al dictador en los ambientes gais -aclaró- «tuvo a bien no poner universidad pública en el País Vasco». La trastienda de Fuentetaja y libros prohibidos - El segundo sexo , de Simone de Beauvoir, Técnicas sexuales modernas- fueron reveladores y escandalosos porque -añadió con humor- «nos enteramos de que había una cosa que se llamaba clítoris». Con los años 70 llegó la lucha por incorporar la la diferencia sexual al discurso feminista y en los 80 se produce la primera «manifestación» de lesbianas en España con una gran «besada» organizada en la Puerta del Sol en protesta por la detención de una pareja de mujeres que osaron besarse delante de la entonces Dirección General de la Policía. Las lesbianas no figuran en los libros de registro de aplicación de la ley de peligrosidad social porque «se nos ignoiraba». Estaba arraigada profundamente la idea de que las «mujeres no teníamos sexualidad porque el sexo, como el coñac, era cosa de hombres». En este sentido,«sufrimos menos la represión que los gais, pero sobre la base de nuestra negación; no existíamos». La sexualidad de la mujer se orientaba, como había sido durante siglos, a la ternura y a la maternidad.

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