Diario de León

Publicado por
Héctor Pérez Llanos 2º de la ESO I.E.S. Lancia
León

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S oy Grani, un grano de arena asturiano. Mi vida comenzó el 16 de mayo de 1901 en el mar Cantábrico. No pude conocer a mis padres porque se los tragó una ballena cuando quería comerse unos peces. Hice amigos con los que jugaba mucho hasta que, un día, una gran ola me arrastró hasta la orilla del mar. Allí me dieron muchas utilidades: construir un castillo, cubrir a un señor, hacer una guerra de arena... Yo me lo pasaba fenomenal hasta que un señor muy extraño me cogió junto con un grupo de granos de arena y nos llevó a un lugar tan extraño como él. Allí, nos calentaban mucho, luego nos ponían sobre un papel que tenía cola en su superficie y allí nos dejaban. Yo me intenté escapar pero la cola no me lo permitía y me agarraba cada vez más fuerte hasta que me quedé pegado, me habían convertido en papel de lija. De allí me llevaron a un instituto, al aula de Tecnología. Cada hora venían unos niños distintos y me usaban para cosas diferentes: lijar madera, plástico o lo que fuese. Cuando ya llevaba allí cuatro años, ya estaba muy viejo y mis compañeros de la lija también. Nos tiraron en un contenedor y de allí nos llevaron a otro lugar muy extraño, como en el que nos convirtieron en lija. Allí me volvieron a calentar y el pegamento que me tenía agarrado comenzó a soltarme y a mis amigos también. Una vez nos despegaron a todos, nos metieron en un horno y nos cocieron. Mis amigos de la lija y yo no nos quejábamos porque ya estábamos acostumbrados a pasar calor cuando nos frotaban contra la madera. Después nos mezclaron con arcilla y nos molieron finamente: nos habían convertido en cemento. Nos llevaron a Nueva York, donde nos usaron para hacer un edificio muy alto que al lado iba a tener otro edificio igual que éste, me parece que los llamaron las Torres Gemelas. Estuve allí durante 70 años viendo como subía y bajaba gente todo el rato. Menos mal que no tenía vértigo, porque estaba en el piso 90 y mis compañeros que sí lo tenían lo pasaron muy mal hasta que se acostumbraron. El 11 de septiembre de 2001, cuando ya tenía 100 años, unos aviones chocaron contra nosotros, no nos conseguimos sujetar unos con otros y nos caímos. Salimos por la tele muchos días; repetían a todas horas cómo los aviones nos derribaron. Cuando chocaron los aviones yo quedé inconsciente y no sé qué pasó pero cuando desperté estaba otra vez en Llanes, mi pueblo de nacimiento, al lado del Cantábrico. Desde entonces estoy aquí, rodeado de mis amigos y, para no repetir mi historia muchas veces, la he escrito y así quien quiera que la lea y quien no... que no la lea.

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