Diario de León

«Mejor solos..., pero que vengan»

La urbanización de Ventas Oeste, que creará 707 viviendas, abre en los barrios vecinos de La Inmaculada y Cantamilanos la esperanza de una mejora de sus condiciones

Amilivia, a la derecha, en la bención del inicio de las obras de Ventas Oeste

Amilivia, a la derecha, en la bención del inicio de las obras de Ventas Oeste

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A. Caballero - león
León

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Hay sociólogos que miden la calidad de vida de las ciudades por la satisfacción de las necesidades de las zonas de la periferia. Si existen o no bolsas deprimidas, islas poblacionales con bajo nivel de ingresos, predominio de jubilados y abandono de las instituciones; franjas entre dos realidades urbanísticas en crecimiento que no se unen por la situación de barrera de pequeños núcleos de casas bajas, donde el terreno aumenta su valor al mismo ritmo que crecen los edificios de los anillos que los circundan. Abandonos en muchos casos propiciados por la desidia institucional. Un panorama que ven ante sus ventanas cada día los vecinos de los barrios de La Inmaculada y Cantamilanos, que ayer se quitaron el pijama y bajaron a la calle para ver el arranque de las máquinas que tienen las responsabilidad de la construcción del vecino sector urbanístico de Ventas Oeste, donde en el horizonte de dos años se levantarán 707 viviendas -77 de las cuales serán de protección pública-. Observaron la procesión de cargos y empresarios, esperaron a que el cura se calzara la estola y depositase el agua bendita y la bendición sobre los terrenos, escrutaron el cartel en el que se muestra el desarrollo a tamaño de pantalla de cine y, entonces, miraron para atrás y vieron su realidad, que confían que cambie con la llegada de los alrededor de 1.500 nuevos vecinos. «Estamos mejor solos, porque así hay menos barullo y problemas..., pero mejor que vengan», apostaba una de las vecinas -«74 años para el día 22 de este mes»-, que se acercó hasta el alcalde para preguntar si su dinero «es de tercera categoría», tras desgranar que «nunca llegan ni las luces, ni los cabezudos, ni los bancos». «Eso, que una viene desde la parte de abajo de la carretera Asturias y, si se cansa, no tiene donde sentarse», le apoyó otra habitante de la zona, casi quinta, quien, junto al resto de los congregados, acumuló a la lista de requerimientos «un paso de peatones, que se mejore la presión del agua y que haya mejores equipamientos». Amilivia recordó que el sector contará con «un centro cívico», que habrá «un tramo de la ronda interior hasta Mariano Andrés» y que se creará «un área comercial». «Ya es hora, que aquí no hay ni para comprar el pan, ni el pescado, y los que no están muy ágiles no pueden ir a por ello», aplaudía la parroquiana, no muy crédula de momento ante el horizonte prometido. Un escenario con tres líneas eléctricas que cruzan sobre las casas que se llamaron en su día «del aguinaldo», donde la gente no espera ya propinas. «Lo mismo que en el centro», exigieron.

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