Diario de León

| Reportaje | Los pueblos de León se hacen viejos |

«Este pueblo se acaba en diez años»

Los habitantes del mundo rural constatan, con pena, la caída y el envejecimiento de la población en pueblos con más de la mitad del censo con mayores de 65 años

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R. Martín - león
León

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«¿Niños? Ninguno. ¿Menores de 60 años? Media docena». Juan asegura que muchas noches, en la cama, cuenta el número de habitantes de su pueblo, Campo, para no aburrirse «porque ni para dormir vale uno». Es fácil, agrega, unos ochenta. La mayoría viven en pareja y «muchísimos solos». No hay niños y «todos pasan de 60 años», recalca. Campo de Villavidel es uno de los municipios más envejecidos de León. Con poco más de 150 habitantes, el 64% de su población supera los 60 años. Subido en un frutal, que está podando, matiza que el pueblo está muerto. «La mayoría de las mañanas no te encuentras con nadie a quien dar los días», apunta. Por eso, dice desde lo alto de la escalera, «aburrido, no busca uno más que el peligro». El pasado año -relata- se cayó del tejado y se hizo una «gran avería». Cultiva un huerto «para no aburrirse» y ofrece toda su fruta. «Se muere aquí». Juan García tiene 76 años, tres hijos y varios nietos a los que cuida algunos días en León capital. Los «chavales estudiaron y marcharon», afirma con una mezcla de orgullo y pena. Campo está a una veintena de kilómetros de León y cuenta, por ello, con mejores condiciones de vida lo que no impide que el pueblo no tenga ni escuela, ni bar, ni sucursales bancarias, ni centro médico (un consultorio suple éste dos días a la semana) ni farmacia. «El médico viene dos días a la semana y vamos todo el pueblo a hacer terapia. Nos vemos allí hablamos y luego el farmacéutico nos trae las cosas». Cada día de consulta acuden al consultorio, dice, entre 15 y 20 vecinos, la cuarta parte de los empadronados. El jueves fue un día frío y soleado. El mejor tiempo para la primavera. Camilo, Severino y Demetrio lo saben bien. «Aquí no hay otra cosa que buenas solanas. Póngalo, póngalo a ver si viene alguien a verlo», explica. Mancilleros figura en los padrones con más de 50 habitantes. Contando (2+2+1+3...) estos vecinos dicen que en el pueblo no viven más de una veintena de personas. Cinco niños, que son primos y una chica de 17 años calculan. Son los únicos jóvenes para ellos que, pasada en los tres casos la barrera de los setenta años, creen estar ya en la línea de salida. «Estamos ya a la muerte», dice Demetrio, de 77 años de edad. «Aquí todos tenemos de 70 años para arriba y vivimos de nuestras pensiones», apunta un compañero mientras toma el sol apoyado en una pared. «Dentro de diez años desaparece el pueblo», tercia Camilo. Apunta Severino: «Hombre, si marchan los viejos tendrán que venir los jóvenes». «Si, sí, todos dicen que en el pueblo se vive como Dios pero ni Dios quiere venir a vivir aquí», le contesta Camilo. «Hoy no se puede vivir del campo y aquí es lo único que hay. Tienes que partir de 30 o 40 millones de pesetas para poder comprar la maquinaria con la que empezar y eso no se rentabiliza en la vida», explican. En Mancillero sólo hay un ganadero y el resto de los trabajadores cumplen su jornada laboral en León. «Antes una familia tenía cinco o seis hijos, morían los padres y los cinco continuaban con la explotación; ahora no da ni para uno», recalcan. «Vivir en el pueblo es muy duro. No hay nada», recalcan estos tres amigos. A Mancilleros va el médico el martes, acompañado de un farmacéutico que les recoge las recetas y trae los medicamentos después. Cinco autobuses comunican la localidad con León capital con un servicio que, hasta para los vecinos, es «demasiado». «Es lo único que tenemos bien», agregan. Los niños hace mucho que empezaron a ir a la escuela a Villaturiel. Camilo, Demetrio y Severino sólo piden que venga más gente para llenar el pueblo. «Que esto se acaba, nosotros estamos ya en el pelotón de salida y no hay nadie que venga a sustituirnos», recalcan. Villaturiel es, pese a estos augurios, uno de los municipios leoneses que mejor resiste el envite del envejecimiento. Su cercanía a la capital, hace que supere aún los 1.800 habitantes, con apenas un 42% de su población mayor de 60 años. En los últimos diez años ha mantenido su población, ha perdido cinco habitantes censados en ese periodo. A sólo unos kilómetros, Campo de Villavidel registra, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística 265 habitantes, con una media de 63% mayores de 60 años. Hace sólo una década había en esas dos localidades 360 habitantes. Los vecinos dicen que allí no viven más de ochenta personas. Apenas un tercio de las casas están abiertas. Menos gente en los pueblos El 5% de la población leonesa reside en municipios de menos de 500 habitantes y otro 10% lo hace en términos municipales de menos de un millar de residentes. Dada la complejidad demográfica de León, la provincia con más núcleos de población y la segunda más grande en extensión, muchos pueblos no superan la veintena de habitantes censados que, en realidad, son menos de una decena de vida efectiva durante todo el año. La proyección de población realizada por el Instituto Nacional de Estadística pone de manifiesto que León perderá más de treinta mil habitantes en la próxima década y que el problema del avejentamiento se complicará. El número de mayores de 85 años que en 2016 residirán en la provincia superará los 26.000, con un importante incremento desde los 16.000 actuales. Los mayores de 60 años serán, entonces, el 32% de la población, un porcentaje que ya se cumple cuando se estudia sólo el peso de las mujeres en la pirámide demográfica leonesa.

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