Diario de León

La última esperanza para salvar de la despoblación total al sureste leonés

Publicado por
L. Urdiales - redacción
León

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Los (pocos) agricultores que se mantienen en activo en el sureste de la provincia leonesa, dentro del área más grande que domina el concepto Payuelos, se han mostrado tajantes al presentar el agua -«el agua para regar»- como última tabla de salvación para la zona. En el punto extremo del pesimismo se atreven a pronosticar que «cuando llegue el agua no quedará gente para regar las tierras». La sensación de incredulidad se ha cultivado en dos décadas de espera, de promesas. El tiempo corre en contra. El Gobierno de España se apresura ahora a correr contra los plazos marcados en el Plan nacional de Regadíos (2000-2008) que fijó la transformación de estas tierras de secano para después de ese horizonte. La vuelta a la actualidad del triángulo de ¡32.000 hectáreas! que aún esperan acomodo para recibir agua sin condiciones de precariedad se produjo ante la agitación de sindicatos agrarios y asociaciones de regantes, que protestaron por la decisión de la CHD de sacar agua de Riaño a otras provincias «mientras los planes de riego no se satisfacían en la provincia leonesa». Desde el cierre del pantano, Riaño aporta agua para el riego del Páramo Bajo (ahora en fase de modernización), expansión de la Margen Izquierda del Porma por los Oteros y la zona dependiente del Canal Alto de Payuelos (centro, Esla y Cea). Fuera de León, Riaño satisface la demanda y producción agrícola del bajo Carrión (entre otros destinos). El bajo Payuelos acumula una intensa historia de relación con el agua. Desde que en 1996 comenzó a recibirla en precario (aunque algunas referencias avanzan la efeméride a los primeros años de la década de los noventa, a partir de los sobrantes del recién estrenado canal alto) por regueros y canales abiertos sobre grietas (de donde succiona aún para satisfacer la demanda y el reparto con pivos) se bate en una resistencia casi heroica: ha soportado una encuesta de aceptación para las obras de infraestructuras, ha revertido las rentas en la inversión para adecuarse a la modernización de estructuras de riego. De ahí la familiarización con la cultura del regadío que ha experimentado la zona a base de luchar con la sensación de agravio y los motores de gasóleo. No extraña ver en la zona los cultivos de ray grass, maíces forrajeros, alfalfas y colzas; también remolacha. Extraña la forma precaria de llevar el agua. Eso, donde llega, El resto, más del 75% de las 32.000 hectáreas que el Ministerio de Agricultura prevé revertir del secano al regadío ha prescindido de la promesa hídrica durante veinte años. Los afectados, sobre todo los agricultores que explotan la tierra acogen el trámite dl real decreto como la salvación.

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