Diario de León

| Crónica | Una eminencia de los valles luniegos |

«Mi patria está en el Luna»

Antonio Ramón Martínez se crió en el anegado San Pedro de Luna y recuerda su infancia entre las montañas luniegas, el trabajo de su familia dedicada al cuidado del ganado y la docencia de su pad

Publicado por
L. Urdiales - redacción
León

Creado:

Actualizado:

Antonio Ramón Martínez Fernández entró ayer a formar parte del grupo de Pastores Mayores de los Montes de Luna. Lo hizo con un relato emotivo de pasajes de su vida que le vinculan de forma definitiva con la montaña leonesa, con una forma de vida que camina a la extinción, con el pastoreo y el trabajo en el campo. Con una infancia y una entrada a la juventud forjada en las montañas luniegas. «No he hecho en la vida más que seguir mi vocación; preguntarle a la naturaleza que es lo adecuado y contárselo a los demás», indicó al declararse pleno de satisfacción por el reconocimiento que le concedió el Ayuntamiento de Los Barrios. «Acepté por el sentimiento antiguo de pertenecer a esta forma de vida, de seguir los pasos de mi padre, que fue nombrado a título póstumo pastor mayor; también por la vanidad de pertenecer a este grupo de gentes que forma parte del grupo de pastores mayores. Y por volver cincuenta años atrás, cuando fui de niño pastor de la vecera de cabras y vacas». Fue entonces cuando este veterinario, farmacéutico, catedrático, investigador en excedencia del CSIC, profesor en varias universidades, que desarrolla desde hace años trabajos para lograr una vacuna frente a la fasciolosis (una enfermedad que destruye el hígado de vacas y ovejas), desde ayer Pastor Mayor de los Montes de Luna, recuperó episodios emocionantes de su vida: «La patria es la infancia, y mi patria está en el Luna, entre estas montañas; mi niñez está aquí», pronunció el galardonado, mientras afrontaba los recuerdos entre dosis de lealtad a la tierra que le vio nacer, a la tierra en la que sus abuelos maternos (de La Vega de Robledo, Robledo de Caldas) fueron pastores de merinas, trashumantes; y en la tierra a la que su padre llegó en 1917 para ser maestro durante cuarenta años. «Cuando tengo nostalgia recorro mi pueblo casa a casa, familia por familia», reconoció sin olvidar la realidad de que es imposible volver al pasado. Realidad fatal en el caso de los luniegos, que como él, tienen los recuerdos de su infancia bajo el fango del embalse. «Para aquellos que en el otoño del año 1955 fuimos expropiados y desalojados del Luna no podemos volver a la infancia, sólo nos queda la leyenda». Ese muro de agua que tapó la infancia no impide que Antonio Ramón Martínez (pastor antes que veterinario, investigador, farmacéutico, ya ahora pastor mayor del Luna) se reconozca entre el colectivo humano que salió de este valle leonés y queda marcado por «esa señal que nos acompaña toda la vida».

tracking