Diario de León
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Carta te escribo | Martín Martínez

Querido hermano: Anda, todavía, el alma dolorida, más dolorida. A los seis días de fallecer José Luis, el fundador del Museo del Chocolate, nos sorprendió la noticia de la muerte de Antonio Celada. Era Antonio, que llevaba por bandera el mote familiar de Perina , miembro de una saga astorgana de músicos. Él, quizás, el más prolífico compositor que haya dado esta ciudad. Con decirte que son cerca de 2.500 obras las que dejó escritas, también casi todas con letra suya, y más de quinientas publicadas, te digo todo. Se nos fue otro astorgano y querido amigo.

Pero lo que hay que hacer, él lo repetía a menudo, es seguir la vida y trabajar. Ahora quiero escribirte de dos periodistas astorganos, pues los dos han sido elegidos como pregoneros de sendos acontecimientos; dispares los acontecimientos, pero ambos enraizados, bien enraizados en la ciudad, como lo están ambos periodistas.

Treinta años cumplió la carnavalera Piñata en Astorga, que bien has visto da sopas con honda a cuantos desfiles se organizan por nuestra provincia. Entrada la transición se retornó al jolgorio y, en cierta medida, a la transgresión por un día, ya en la cenicienta Cuaresma. Y como en este de 2010 se cumplían los 20 años de estancia en la ciudad de Enrique Crespo, a él lo eligieron para pregonar la Piñata, que en los 20 años la ha vivido con intensidad. Fue un acierto, porque como pregonó, en tiempo de crisis el Ayuntamiento de Astorga se ahorraba pagar el viaje del elegido. Aunque nacido en Bilbao, a Quique los genes gallegos de Vacois (estaba predestinado) los lleva dentro y subió la escalera bajándola, sin usar el ascensor. Entre bromas y chirigotas disparó sus dardos de linotipista contra lo que se haya movido; por ejemplo, ese engendro de Gersul, CTR y UTE que nos agobia con sus basuras y más con sus recibos, mientras a él y a este tu hermano, dejando suelto al señor Prieto, nos calificaban de trileros. Pero solicitó a los que llenábamos la plaza que ese ente no nos amargara la fiesta; ni el cuñado que viene de lejos a salvar los jamones y beberse la bodega a poco que te descuides. Pidió que, por unas horas, olvidáramos los astorganos lo del hospital negado más veces que lo de San Pedro; y caviló sobre eso de los 67 años que trae Zapatero entre las dos circunflejas. Y cerró, generoso él como nadie, sembrando el enlosado de la plaza con una lluvia de billetes de 100, para combatir la crisis. Estuvo sembrao , hermano; pero eran falsos.

En breve, tendremos el pregón de la Semana Santa. Mejor elección, por parte de la Junta Pro Fomento y el Ayuntamiento en comandita, no podía hacerse. Alberto Delgado es astorgano por vocación, vacación y convicción desde, al menos 50 años. Desde que se hizo novio de Blanca, es raro que se pierda la Semana Santa; al igual que las fiestas de agosto o unos días navideños. Conoce, pues, los pasos y los pesos de la Semana Santa al dedillo y estoy seguro que él pondrá pasión y saber en sus palabras. Que por algo es nieto del gran Sinesio Delgado, e hijo y hermano de alguien que ha marco época en la escena española.

Por si no recuerdas, te diré que Alberto era aquel periodista que andaba con la televisión en blanco y negro, después en color, el mejor y más rápido informador de cuanto ocurría en las Cortes. Nadie como él -”era una ametralladora soltando palabras-” decía tanto y tan bien dicho, en el escaso tiempo que le concedía la regleta. Si no hay imponderable alguno, estaré en la catedral para deleitarme con su prosa fina, elegante y concisa, como la que nos regala, a cuenta gotas, en sus escritos.

Repito y cierro, hermano, dos periodistas de raza bien elegidos para pregonar nuestras excelencias.

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