Diario de León

Villaturiel, una historia de ‘libro’

Un vecino copia a mano durante cinco años los libros parroquiales de los 13 pueblos desde 1600 y ahora los difunde en Internet, junto con decenas de curiosidades.

José Cruz Feo Manga cuenta que a la ermita de San Pedro la arrasó un huracán en 1804.

José Cruz Feo Manga cuenta que a la ermita de San Pedro la arrasó un huracán en 1804.

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pilar infiesta | villaturiel
León

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La intrahistoria de Villaturiel durante los últimos cuatro siglos ya está ‘volcada’ en Internet, gracias al esfuerzo de José Cruz Feo Manga. Un profesor de la Facultad de Biología, de 42 años, que pretendía elaborar su árbol genealógico y terminó acumulando miles de folios con fechas, curiosidades y personajes de la zona, tras revisar los libros sobre bautizos, bodas, defunciones, apeos (catastro), Fábrica (cofradías) y diezmos de los trece pueblos del municipio.

Con paciencia de artesano, dedicó cinco años, las tardes de los viernes, a revisar y copiar los libros custodiados en el Archivo del Obispado de León. El resultado es visible desde hace unas semanas en la red (www.villaturiel.com). Así, descubrió que la sequía que azota actualmente a la provincia no es nueva. En 1753, el párroco Benito Colmenares ya se lamentaba de las malas cosechas. «Es el año más lastimoso de frutos que los nacidos han visto, porque en los últimos 15 meses no llovió gota de agua», escribía. Del cielo sí cayó un rayo que mató en 1801 a tres vecinos que tocaban a tente nube . La zona llegó hasta a sufrir un huracán en 1804 que causó graves destrozos a la ermita.

En la maraña de datos que ha manejado, le ha resultado, además, sorprendente que a finales del siglo XIX hubiera una avalancha de bebés abandonos a las puertas de las iglesias. «En cambio, un siglo antes, cuando alguien dejaba embarazada a una mujer, los sacerdotes llegaban a interponer una demanda matrimonial. Hacían todos los esfuerzos para que apareciese el padre y se responsabilizase», explica Feo Manga.

Tirando del hilo, ha constatado el poder que ejercía la Iglesia en un municipio que «siempre fue de labradores y en el que existía una gran endogamia, de modo que los enlaces se efectuaban entre familiares. Casi todos estamos emparentados y descendemos de los mismos abuelos», indica. Por eso, los apellidos más repetidos son Martínez, Manga y Redondo. Según aprecia, los propios sacerdotes contribuyeron a introducir «la escasa variedad genética» del municipio, al instalarse con familiares de otros puntos de España que, normalmente, mezclaron su sangre al casarse con los lugareños.

Los libros incluyen decenas de defunciones por ahogamiento en los dos ríos que bañan el municipio, gran parte de vecinos de Mansilla, Luengos y Los Oteros que cruzaban las aguas para ir a León. También había mucha mortandad infantil por infecciones, mientras los ancianos sufrían apoplejías. El uso del Camino de Santiago se puede acreditar en los libros, precisamente, a través de las defunciones de extranjeros, sobre todo, franceses.

Del siglo XX destaca tres hechos. Un trágico suceso en 1936, cuando varios niños murieron aplastados por la tapia que rodeaba la iglesia. El cura tuvo que abandonar el pueblo porque los padres le responsabilizaban del mal estado de los muros. Su salida ‘forzosa’ hizo que algún enterramiento fuera laico. El segundo, la ausencia de ‘ajusticiamientos’ en la zona durante la Guerra Civil. Sólo el médico local Mateo Barrallo, muy reconocido, fue fusilado en Puente Castro por denuncias «que salieron de Villaturiel», comenta. Y el tercero, el discurso del obispo Luis María de Larrea, en 1978. Se desplazó para confirmar a 30 niños y 12 niñas, pero aprovechó su homilía para insistir en el derecho inalienable de los padres a elegir la clase de educación religiosa frente a las posibles injerencias del Estado o de cualquier partido político. Les alertó contra el aborto, el divorcio, el adulterio y el amancebamiento, e incluso exhortó a colocar signos externos de religiosidad en las casas, cuadros y crucifijos.

Feo Manga aspira ahora a poder contextualizar todo lo recopilado con un historiador, y anima a los vecinos a recopilar más datos para mantener viva la memoria de Villaturiel.

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