«Los pueblos de montaña pretendemos ser el futuro»

La dispersión de los pueblos, el minifundismo de los pastos y el envejecimiento de la población son tres de los problemas que ayer planteó el alcalde de Riello, Manuel Rodríguez, en la sesión que albergó el Senado de la Comisión de Estudios sobre medidas a desarrollar para evitar la despoblación en las zonas de montaña, un foro en el que se buscan soluciones al déficit demográfico y en el que se da voz a quienes saben y padecen esta problemática.

En su intervención, Rodríguez detalló las características de su municipio, enclavado en el valle de Omaña, y en donde se dan todos los ‘males’ que impiden el desarrollo de los núcleos del área rural. «Los municipios de montaña han sido el pasado y, aunque aparentemente no tienen presente, pretendemos ser el futuro», sentenció el alcalde Riello quien, junto a las desventajas que afectan a su tierra, también desgranó las posibles soluciones para afrontar una despoblación que se ceba especialmente en su ayuntamiento, que apenas suma una densidad de tres habitantes por km2.

Destacó Rodríguez el «esfuerzo enorme» que supone para su municipio atender las necesidades de una población extremadamente dispersa a través de carreteras de montaña que suman 90 kilómetros y que, en verano, se multiplica por cinco. Como sobre la orografía poco se puede hacer, el alcalde apuntó la necesidad de dotar a los pueblos de acceso a las nuevas tecnologías, un ‘bien común’ en las ciudades pero que no es universal.

Rodríguez defendió la ganadería de montaña como uno de los recursos más aprovechables de su territorio, aunque para ello reclamó un sistema de concentración parcelaria que pueda propiciar explotaciones rentables «con espacio suficiente que admita una carga ganadera acorde a las nuevas necesidades, reagrupando las parcelas». Reivindicó además un nuevo mecanismo para la fijación de los coeficientes de adminisibilidad de pastos que tenga en cuenta «la capacidad productiva real de los terrenos que se pastan, independientemente de la mása arbórea o arbustiva y de la pendiente de los terrenos» y acometer desbroces para favorecer nuevos pastos y evitar los incendios forestales. También habló de acometer cerramiento de los pastos comunales que evite que se propaguen las enfermedades y los enfrentamientos entre ganaderos.

Por otro lado, Rodríguez reclamó unos servicios sociales «de calidad» para atender las necesidades de una población envejecida a través de atención domiciliaria que además «generaría muchos puestos de trabajo en geriatría».

El alcalde también se extendió sobre el «orgullo» que supone vivir en un espacio protegido, aunque matizó que las figuras de protección con las que cuenta Omaña, como la reserva de la biosfera, varias zepas y LIC, «no suponen una mejora de las condiciones de vida de los habitantes del territorio». Es más, Rodríguez denjunció que en algunos casos, «suponen un obstáculo para el desarrollo por la complejidad de organismos superpuestos, la excesiva burocracia y las competencias que ejercen varias administraciones sobre la misma materia».

Criticó la degradación de los tramos trucheros del río Omaña, especialmente por la invasión de la vegetación y la aparición de especies invasoras. Por ello, pidió al Magrama una regulación del río y de sus aprovechamientos «que ahora son prácticamente nulos», lo que permitiría retomar los usos tradicionales con la construcción de puertos para el riego y la retirada de maleza, una labor que, asegura, pueden realizar los ganaderos. Rodríguez también reclamó la energía hidráulica como fuente de riqueza en los ríos de montaña y la oportunidad de dar la palabra a las juntas vecinales en la gestión del medio ambiente ya que las zonas en las que se han llevado a cabo planes de conservación como el del urogallo, no han visto «beneficio alguno» y sí «perjuicios para sus explotaciones o restricciones para su medio de vida».