Diario de León

OBITUARIO

El capitán de la Vasco

Fue un empresario firme, paternalista con la comarca, con visión de futuro, emprendedor y amante de la cultura .

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ana gaitero | león

De joven quiso ser marinero. Y fue el capitán de la Vasco. La muerte de Antonio del Valle Menéndez (Reinosa. Santander. 1923 - Madrid 2016) pone punto final a una época en la comarca de Gordón pocas semanas después de que su buque insignia, la Hullera Vasco Leonesa entrara en proceso de liquidación tras 123 años de historia.

En la figura de este hombre no cuentan tanto los 27 años que fue presidente de la Vasco —entre 1977 y 2004— o los siete que estuvo al frente de la Diputación de León —desde 1964 a 1971— como la impronta que dejó en su intensa trayectoria como empresario, político y amante de la cultura.

Antonio del Valle Menéndez ya había recorrido muchos kilómetros de mina. Y muchos más le quedaban. Le gustaba madrugar y bajar al tajo. Mirar lo que había abajo y planear lo que se necesitaba arriba para que todo siguiera su curso. Su peor recuerdo, algo que no quiso olvidar nunca, fue el accidente del Socavón ocurrido en 1952. Tan solo llevaba dos años en la empresa que pilotaba su padre, Emilio Menéndez y Egocochea desde que el año 1942, cuando una desoladora posguerra era el paisaje de España, adquirió a los vascos la mayoría de las acciones y decidió trasladar la sede de Bilbao a León.

El joven don Antonio entró como vocal en el consejo de administración de la Hullera en 1950. En 1951 firmó su primer informe como ingeniero de minas, en 1952 se convirtió en secretario general y en 1959 en consejero delegado. Era el alma de la empresa, cuya proyección iba mucho más allá de los pozos de carbón.

En lo económico la fábrica de cementos La Robla, que Franco visitó en 1962, no fue la única industria impulsada desde la empresa minera. En 1968, la empresa sienta las bases para la construcción de la central térmica de La Robla, con la que se garantizaba las compras de carbón y que, irónicamente, es quien da la espalda a la empresa en sus últimos años.

De carácter fuerte y talante paternalista, elevó exponencialmente la influencia social de la empresa en la comarca con obras y patronatos en plena sintonía con su padre. En 1955 se pone en marcha una campaña de alfabetización entre los mineros que duraría hasta el año 61. En el 58 se abre el colegio Nuestra Señora del Camino en Santa Lucía y en el 59 el cine Emilia comienza sus proyecciones en Ciñera, donde se abriría poco después el taller de costura y la Hornaguera, medio de comunicación oficial de la empresa. En 1970 se traslada el bachillerato al colegio Santa Bárbara.

La figura de su padre le marcó profesionalmente, pero fue su madre quien le influyó en su «sentido de la justicia». «Todo lo humano que en mí aflora se lo debo a ella. Una asturiana de los pies a la cabeza», declaró en su última entrevista como presidente en la revista.

La mina iba viento en popa. Y todo dependía de la mina. Un modelo autárquico de desarrollo del que florecieron economatos, escuelas, casino, equipos de fútbol y hasta una empresa de transporte. En 1975 se inauguraba la escuela de Formación Profesional de La Robla y en 1976 se completa el transporte en autobús a toda la empresa con la carretera del valle de la Esperanza, tal y como refleja la cronología del libro Una historia en imágenes, de Alfonso García, con el que se conmemoró el centenario de la Vasco en 1993.

Su influencia irradió no sólo a la comarca sino a la provincia entera, de modo especial durante el desarrollismo que el franquismo y sus poderes económicos protagonizaron en los años 60. De aquel entonces datan sus iniciativas de industrialización en la capital de la mano del desaparecido Banco Industrial de León, del que fue fundador y director general en 1964. De este capital nacieron empresas que aún perduran como la Vidriera Leonesa (ahora Barbosa & Almeida) o la desaparecida fábrica textil Tilsa.

El presidente de la Diputación, Juan Martínez Majo, lamentó ayer «la pérdida de un emprendedor que siempre apostó por la provincia y su desarrollo, a través de un sector tan relevante para la economía provincial como la minería del carbón».

Apasionado por los avances en tecnología y seguridad para la mina, se doctoró y fue profesor y director de la Escuela de Minas de León. En 1978 concibió el proyecto de la Nueva Mina. No pilotó barcos pero la política fue otro de sus buques. Como presidente de la Diputación fue uno de los impulsores de la estación de esquí de San Isidro, siendo presidente se compraron los terrenos aunque acudió a su inauguración como subsecretario del presidente del Gobierno, cargo que ostentaba su cuñado Carlos Arias Navarro, casado con la única hermana de la saga, Mari Luz, tras el largo noviazgo que entablaron cuando aquel fue gobernador civil de León en los años 40.

Don Antonio, como se le recuerda en la comarca, también fue gobernador civil de Tenerife, director general de Política Social y Asistencia Social, consejero Económico del Estado y diputado en las Cortes Constituyentes de 1976. Nunca entendió por qué no ganó esas elecciones en la comarca, bajo las siglas de Alianza Popular. Él, que conocía a los mineros por su nombre, incluso ya jubilados, cuando la empresa empleaba a más de dos mil obreros. Quien había impulsado las colonias de vacaciones para que los niños de la comarca conocieran el mar y repartía turnos de vacaciones en los chalés de Perlora.

Su residencia oficial estaba en Madrid, donde hoy será enterrado a las 12.30 horas (cementerio de La Paz) pero en Santa Lucía pasó mucho tiempo de su vida. Allí tenía casa y se le veía pasear por las calles y asistir a fiestas. Su obra más personal fue la creación de la Fundación Hullera Vasco Leonesa, que fue su solaz de retiro a partir de 2004. No nació de la nada, sino de sus inquietudes culturales: «La cultura, nuestra cultura, es un bien que debe perdurar y al mismo tiempo estar al alcance de todos».

En 1984 inició la colección Estudios Históricos con la publicación del Fuero de León, los Decreta que son la joya de la corona del Archivo Histórico Nacional. El primer ejemplar se lo entregó al rey acompañado de una amplia comitiva de la empresa. Es una de las pocas fotos en las que aparece en el libro del centenario de la Vasco. Su ego era más pequeño que lo que él llamaba vocación de servicio.

El nombre de Antonio del Valle Menéndez no está en ninguno de los pozos que capitaneó sino en el colegio público de La Robla, en el pabellón deportivo de Santa Lucía... También patrocinó la edición facsímil de la Biblia Mozárabe de San Isidoro y la colección Descubre tu Patrimonio, de la mano de Concha Casado. Incluso escribió algún libro (Tierra añorada). Antonio del Valle Menéndez pudo ser tan solo el amo. Pero fue el capitán.

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