Diario de León

Laciana tendrá restaurados todos sus cielos abiertos en noviembre

Fonfría será la última explotación en recuperar su valor natural tras el Feixolín y Prégame.

Aspecto que presentaba la explotación a cielo abierto del Feixolín antes de la restauración, que concluyó en 2014 y, en la siguiente imagen, el que presenta en la actualidad. DL

Aspecto que presentaba la explotación a cielo abierto del Feixolín antes de la restauración, que concluyó en 2014 y, en la siguiente imagen, el que presenta en la actualidad. DL

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León

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m.r./p.r.b. | redacción

La huella de las grandes explotaciones a cielo abierto de Babia y Laciana está a punto de borrarse definitivamente. En concreto, la mina de Fonfría será la última en desaparecer el próximo mes de noviembre, según confirman fuentes de Tragsa, la empresa que se está encargando de devolver el valor natural a este paraje y que ya hizo lo propio con los de Feixolín y Salguero-Prégame-Valdesegadas, cuyos trabajos concluyeron en 2014. La actuación en Fonfría comprende una extensión de más de 246 hectáreas, de las que ya están rehabilitadas un 84%. En concreto, faltan por acometerse obras en 210 hectáreas.

La restauración de estas grandes explotaciones incluye, en primer lugar, el movimiento de una enorme cantidad de tierra para rellenar los huecos que había dejado la explotación de minerales a lo largo de los años. Además, esta tierra «se prepara para volver a acoger la biodiversidad que la caracterizaba: sistemas de drenaje y de fertilización de la tierra preceden a la plantación de vegetación y son la mejor forma para asegurar la recuperación de la flora», señalan. En el caso de estas minas leonesas se utiliza una técnica de fertilización que consiste en mezclar la tierra con madera de pino triturada, haciéndola más fértil.

La técnica de la hidrosiembra, que consiste en la proyección de una mezcla de semillas y otros elementos sobre la tierra, es una de las más efectivas en estos terrenos muy castigados donde, además, deben plantarse arbustos y otra vegetación de pequeña envergadura que ayudarán a enriquecer el terreno antes de poder iniciar la plantación de árboles y devolver a la zona sus bosques, remarcan desde Tragsa. «No todo el terreno se ha mantenido de forma homogénea, también se han creado praderas, humedales y otros ecosistemas que han aportado la mayor diversidad al paisaje y favorecen actividades como la ganadera».

Bolsas de empleo

La desaparición de las minas a cielo abierto leonesas ha supuesto la recuperación de espacios naturales de incalculable valor pero también la pérdida de muchos puestos de trabajo. Para tratar de paliarlo, los alcaldes de la zona se comprometieron a contratar mineros para las labores de restauración. Un compromiso que según Tragsa sí que se está cumpliendo. De hecho la empresa mantiene contacto con los máximos regidores de e las zonas afectadas, con objeto de obtener una bolsa de posibles trabajadores a emplear las diferentes tareas. «Fundamentalmente se ha contado con personal forestal y algunos maquinistas. Lógicamente, también participa en los trabajos perso?nal de nuestra plantilla», subrayan.

En cuanto a las especies de árboles, arbustos y herbáceas que pueden encontrarse en el terreno que ocupaban estas minas destacan las autóctonas, entre las que están la uva de oso, el abedul, el espino blanco, o el acebo. Todas estas actuaciones han sido también importantes de cara a recuperar y mantener las condiciones favorables para la conservación del oso pardo cantábrico y el urogallo, especies protegidas que han sufrido grandes pérdidas por la destrucción de sus hábitats y que pueden encontrar en la zona de restauración nuevos lugares para asentarse.

Aunque la vuelta al estado originario del terreno ocupado por una mina es una tarea ardua —y en algunos casos imposible de alcanzar— las labores de restauración devuelven a los suelos parte de su valor natural y atraen a numerosas especies tanto animales como vegetales. De este modo, se están creando las condiciones necesarias para que la zona recupere los recursos naturales con los que contaba antes de que se explotasen los minerales de su subsuelo.

La minería a cielo abierto deja un paisaje inerte, ya que la capa superficial natural que permanecía intacta con la extracción bajo tierra queda alterada irreversiblemente. Por eso, es muy importante la restauración de su cubierta vegetal. «Para asegurar el éxito de estas plantaciones es importante que las plantas utilizadas sean resistentes y tengan mucha capacidad de adaptación».

Un nuevo motor rural

La creación de rutas de senderismo, áreas recreativas o la oferta de otras actividades lúdicas son nuevas alternativas para atraer al turismo en estas zonas que se reconvierten tras su pasado minero. Una nueva apuesta que se convierte en un motor para el desarrollo rural de ambas comarcas.

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