Los bolsillos que toca la sequía

Ramón Lozano contempla el trabajo de la cosechadora en una parcela de Castillo de San Pelayo. Entre las idas y venidas de la máquina, cuando esta se aleja ruidosa con su nube de gasoil, polvo y paja, apunta: «Este año perdemos todos», señala este camionero y agricultor.

No sólo el agricultor verá mermados sus ingresos por la caída de los rendimientos. También el transportista, con menos portes por el descenso de cantidad y más tiempo esperando a llenar el remolque. En los almacenes, los secaderos arrancarán a medio rendimiento con un grano que llegará espaciado —primero de las fincas secas—. Hasta la cosechadora pierde eficiencia, recorriendo la misma distancia para retirar de la tierra menos grano que en años de bienes.

«Media cosecha»

El agricultor de la finca que se cosecha, José Ramón Abella, estima que en la zona de Castrillo de San Pelayo este año se recogerá «media cosecha por falta de agua». La parcela que la máquina arranca en ese momento le da 7.000 kilos por hectárea y recibió tres riegos. Con cuatro, el panorama sería completamente distinto en esta finca de terreno suelto. El año pasado, «también fue malo, por el exceso de lluvias, llegó a unas 10.500 kilos», explica. No es mala tierra. «¡Con las buenas cosechas que ha dado esta finca!», añora otro agricultor que se ha acercado hasta el lugar. «Al menos, nosotros no tenemos que hacer frente a los gastos de modernización», añade este cultivador.