Diario de León

Reclama su participación social y enseñarles valores de convivencia para que los trasladen a su madurez

«Tío Alberto» alerta de la pérdida de valores democráticos en la juventud

Alberto Muñiz Sánchez, «tío Alberto», el arquitecto y escritor leonés fundador de la Ciudad Escuela de los Muchachos (Cemu) de Madrid, reclam

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J.A.O. Redacción - LEÓN.
León

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El protagonista de los discursos institucionales ayer en los actos conmemorativos en la Diputación con motivo del 24º aniversario de la Constitución, alertó desde el observatorio privilegiado como director de una organización que educa y reinserta a menores con problemas desde hace tres décadas, de la pérdida de valores sociales y de convivencia -base de la democracia- entre los jóvenes: «No hay que desatender las alarmas. Y las encuestas empiezan a encenderlas: ¡sólo el 30% de nuestros jóvenes considera la democracia como un valor insustituible!», alertó. Cree que, a pesar de que una mayoría social es moderada, no hay que desatender los indicadores de valores sociales que indican una falta de tensión democrática: «Sólo un 40% acepta compartir su aula con jóvenes de otras culturas. Parcos en compromisos o principios. Sin ideologías. Claro que resulta más cómodo no tenerlas, pero ese hueco puede llenarse con actitudes reaccionarias. Lo cierto es que tanto hartazgo de postmodernidad, botellones a buen precio, maratones discotequeros y basura televisiva no invitan precisamente a valorar nuestra necesaria, indiscutible, Constitución». «No hemos sabido transmitirles otros mensajes menos confusos, internalizarles ese necesario sentido y sentimiento solidario. Hacerlos responsables cada día del futuro común», reflexionó Muñiz. Tío Alberto, como se le conoce popularmente, hizo un repaso de la época de la que vino la sociedad constituyente, la que tras la muerte de Franco acordó sin aspavientos cerrar página de una sociedad dividida que venía del odio y de la guerra. Y lo hizo con una primera parte del discurso trufado de recuerdos, presencias y amistades leonesas, de su familia, para acercar el ejemplo y demostrar lo que fue una sociedad que necesitaba los valores democráticos. Repasó la vida de su abuelo, un militar monárquico y republicano, que logró no ser fusilado gracias al sus valores; también la sociedad de los 40, los 50 y los 60, y posteriormente de los 70, que cambió la sociedad que dio origen a la convivencia democrática, y en lo que pocos han reparado: cambios de leyes, industrialización, contaminación, paro, droga, marginación, delincuencia, ecología... Llegaron los excesos juveniles: «Es fácil pasar del silencio al abuso», apuntó. «El niño aprende lo que vive» y «es termómetro de la sociedad», recalcó. Puso como ejemplo de ello la Cemu, donde la constitución infantil que rige la vida obliga a todos a compartir, renunciar y respetar. Aseguró que este es el secreto del éxito de la institución. Por eso cree que ante la falta de implicación, de la inculcación de valores democráticos, la solución es la participación, la responsabilidad, el aprendizaje, la justicia con la juventud. «En la sociedad adulta, el muchacho no pasa de ser un sujeto pasivo, y tiene que resignarse al dictado de los mayores si quiere ser algo en la vida», apuntó; pero cree que son parte indisociable de la construcción de una sociedad democrática, porque «el hombre, el niño sobretodo, es un animal de aprendizaje por excelencia», que si «participa» socialmente respetará más.

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