Diario de León

«Era camionero y aposté por quedarme en el pueblo, pero no hay facilidades»

Santiago Fernández dejó una vida de ruta con el camión, al que ha dedicado 35 años de su vida, para asentarse en Lillo del Bierzo. A sus 53 años emprende un negocio de ‘foodtruck’ con el que recorre varios pueblos de la zona. Ha solicitado plaza en los mercados de varios municipos, pero aún sin respuesta.

Santiago Fernández, en su negocio de comida ambulante en Cortiguera. L. DE LA MATA

Santiago Fernández, en su negocio de comida ambulante en Cortiguera. L. DE LA MATA

León

Creado:

Actualizado:

A sus 53 años y tras 35 de trabajo como camionero, Santiago Fernández Rodríguez decidió dar un cambio radical a su vida. Después de miles de kilómetros al volante de un camión, donde prácticamente le salieron los dientes junto a su padre, también camionero, decidió poner el cuentakilómetros a cero e instalarse en su pueblo natal, Lillo del Bierzo, una localidad que pertenece al municipio de Fabero.

Santiago inició hace año y medio una nueva ruta en su vida impulsada por su deseo de estar al lado de su mujer y de su hijo, al que quiere apegar también a la tierra. Pero las circunstancias no son fáciles.

¿En qué piensa un camionero cuando decide abandonar una vida nómada para echar raíces en el pueblo? Un cambio radical en su nueva etapa vital y la apuesta por el territorio le llevan en parte a pensar su futuro no muy lejos de un volante. «Camionero se nace, no se hace», tiene como frase fetiche en su whatsapp.

Desde 2021 es el propietario de un vehículo de venta ambulante, una gastroneta ( foodtruck ).

Santiago Fernández, en su negocio de comida ambulante en Cortiguera. L. DE LA MATA

Santiago Fernández, en su negocio de comida ambulante en Cortiguera. L. DE LA MATA

Santiago ha cambiado el camión por un asador de pollos, costillas y chorizos criollos con el que se desplaza todos los días por distintos pueblos de la zona cercana a su domicilio. «Empecé hace año y medio. Cada día de la semana me desplazo a un sitio y me instalo en la calle. Después de toda una vida en el camión, en 2021 me planteé que había llegado el momento de dejarlo. Estoy casado, tengo un niño de 9 años y los últimos cinco años de mi vida han sido muy duros porque estuve haciendo una ruta internacional. En estos últimos años mi vida ha sido muy dura y me decidí a cambiar de oficio y quedarme en mi tierra».

Sin experiencia en el sector pero con una buena mano para la cocina, la apuesta de Santiago para asentar población en el medio rural fue quedarse y comprar una gastroneta, un camión restaurante acondicionado para preparar y vender comida en la calle. «En este año y medio he vendido pocas cantidades, pero la gente de los pueblos a los que voy ya me va conociendo y espero seguir mejorando».

Lo primero que tuvo que hacer fue comprarse una furgoneta. La economía no estaba para grandes apuestas al inicio del negocio así que optó por buscar una de segunda mano. «Vi una en internet que me gustó y viajé a Jaén para comprarla. Se la compré a un señor que se dedicaba a la venta de pollos asados y ya estaba adaptada». El primer contratiempo llegó a los cuatro meses. «Se estropeó la máquina y tuve que invertir un dinero importante para arreglarla».

Vista aérea de Lillo del Bierzo NARDO VILLABOY

Vista aérea de Lillo del Bierzo NARDO VILLABOY

Pidió el apoyo económico para emprendedores en el medio rural que concede la Diputación de León a través del Consejo Comarcal del Bierzo «que me llegó en diciembre», y solicitó la ayuda del 70% del pago de autónomos de la administración autonómica, «que llevo 18 meses esperando». «Si no fuera por lo que tenía ahorrado yo no hubiera podido emprender este negocio», asegura.

Los pollos que vende proceden de granjas de Galicia y del Bierzo, a las que hace pedidos en función de las ventas que realiza, que todavía no son el 100% de la capacidad de asado para la que está preparado su negocio. «He pedido permisos a todos los ayuntamientos de la zona para instalarme en los mercados, que es mi propósito, pero no me lo conceden. He pedido en mercados más poblados como Cacabelos, Villafranca o Villablino, pero no he tenido respuesta».

Sólo los ayuntamientos de Fabero y Toreno le han hecho un hueco en los mercados. «A Toreno he dejado de ir porque ya hay otra persona con el mismo negocio y no da para los dos porque es una zona con poca población. A Fabero sí voy, pero para sacar un sueldo que nos permita vivir a mí y mi familia necesito hacer otras rutas todos los días de la semana».

Inicios complicados

A Santiago le está costando remontar su negocio pese a su apuesta por el medio rural. «Fabero está al lado de mi pueblo, Lillo del Bierzo, pero el resto de los días de la semana tengo que hacer una ruta de pueblo en pueblo para poder vivir de esto. A los que apostamos por quedarnos en el medio rural no nos dan muchas facilidades», asegura. «La materia prima ha subido mucho de precio y tengo que tener unos ingresos mínimos para poder afrontar los pagos y vivir. He hecho una inversión bastante grande para mi economía, pero las ayudas se retrasan o llegan tarde. Al que se decide por iniciar una empresa en el medio rural hay que ayudarle desde el primer momento y no retrasar tanto el pago de las ayudas».

Por eso, cada día, coge su restaurante ambulante para colocarse en las calles y las plazas en Lillo del Bierzo (domingos), Cortiguera (martes y viernes), Páramo del Sil (miércoles), Sancedo (jueves) y Fabero (sábado). El lunes descansa y en invierno también libra los jueves. «Siempre voy a los mismos pueblos el mismo día. Me instalo en las plazas o en las calles, pero como hay poca población hay poca clientela. Tengo máquina con capacidad para asar 48 pollos, pero vendo una media de 14 ó 16, según el día. Yo no llevo más comida de la que se vendo. Me coloco en la plaza y también recibo encargos por teléfono, así que ya sé más o menos lo que voy a vender. Llevo más de treinta años con el camión y por mi oficio me conoce mucha gente en la zona. Me pueden llamar al 675 254 671 para hacerme los encargos. Ahora, de cara al verano, se vende más, pero los inviernos son muy duros y el sueldo que queda es pequeño».

Santiago atiende a un cliente en Cortiguera. L DE LA MATA

Santiago atiende a un cliente en Cortiguera. L DE LA MATA

Cada día a un pueblo distinto, una rutina a la que está acostumbrado pero con la ventaja de que no está lejos de su familia. «Decidí dar este cambio por calidad de vida, para no viajar tanto, y aposté por quedarme en mi pueblo, en mi zona, que lo tengo todo a mano. Mi hijo va al colegio a Fabero, que está a un kilómetro de mi casa».

Para Santiago, Lillo del Bierzo es su opción prioritaria. «Es un pueblo minero y hace veinte años había muchos sueldos que procedían de la mina. Llegamos a tener 2.000 habitantes». En el año 2022 la población no superaba el medio millar de vecinos. «Aquí se vivía de la mina, pero todo eso acabó. Hay gente emprendedora que quiere asentarse y ampliar el negocio, pero no encuentran las facilidades que necesitan para quedarse. En Lillo se vive muy bien, es un pueblo precioso, rodeado de vegetación, pero toda la juventud se va fuera y a los emprendedores que nos quedamos nos ponen trabas. Me gustaría que mi hijo se quedara aquí, pero es una pena que no pueda ser así y en un futuro no tendrá más remedio que irse».

tracking