Diario de León

Entre las garras del oso y la administración

- Gloria Suárez, una joven apicultora de Omaña, lleva esperando desde 2021 a que la Junta le abone los 12.200 euros por los daños que ha sufrido en su explotación desde 2021 - A esto se une una merma en la producción de miel del 50%. Sus cuentas no salen

Gloria Suárez muestra parte de los daños que el oso ha provocado en su explotación. DL

Gloria Suárez muestra parte de los daños que el oso ha provocado en su explotación. DL

León

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Gloria Suárez es una joven apicultora omañesa que ha decidido apostar por el medio rural. Nacida, criada y residente en Salce, tiene un grado en Económicas, pero siempre le gustó el mundo de las abejas en el se profesionalizó definitivamente en 2020. 

Se acogió a una incorporación agraria por la que recibió una ayuda publica a fondo perdido comprometiéndose con la Administración a establecer una explotación apícola de al menos 350 colmenas en un periodo máximo de cuatro años. El año que viene tiene inspección, por lo que le toca rendir cuentas sobre los logros conseguidos. Si no cumple con los objetivos, le tocará devolver el dinero percibido. 

Gloria Suárez es además la alcaldesa pedanea de su pueblo, y por lo tanto, la máxima representante del órgano de gobierno local, la Junta Vecinal. Tiene su explotación donde confluye la sierra Filera con su vecina del Alto de La Cañada, a cobijo de los temporales norteños que asoman por Babia y Luna, a más de 1.200 metros de altitud.

Con sus 20 habitantes permanentes, entre jubilados y ganaderos, repartidos en unas diez casas abiertas, es uno de los pueblos mas populoso del valle del Omaña. «Aquí tenemos extensas y frescas laderas que, a base de fuego, diente y estiércol, han sustentado a lo largo del tiempo a nutridos rebaños, pero hoy en día las ovejas y cabras escasean», explica, ya que «son animales  que necesitan mucha dedicación y sacrificio y la gente ya no está por la labor, es una vida que te obliga renunciar a demasiadas cosas». Aun así, todavía llegan a la zona dos rebaños grandes que suben a los puertos en verano.

También está el rebaño comunal o de vecera, del que se encarga cada casa en función del numero de animales que aporte cada uno. Hay que abrirlas y cerrarlas todos los días del año en la majada y encaminarlas al careo que toque. «El resto del día se encargan de ellas los mastines y los careas, que en Salce los hay por todas partes, unos con el ganado menor y otros con las vacas y las yeguas». «Aquí no le tienen miedo al lobo», afirma.

Esta joven apicultora de 29 años de edad  no está pasando por su mejor momento. El oso ha visitado sus colmenares en varias ocasiones causando importantes daños en 83 colmenas solo en este último año. «Este tipo de incidentes son habituales en esta zona, pero la convivencia con el oso en vez de mejorar, empeora sin visos de mejoría», explica.

El método hasta ahora empleado para mantener los ataques a raya, los alambres electrificados y los muros de piedra rodeando los colmenares, no han sido suficientes.

La cuestión es que en Omaña hay osos y cada vez se dejan sentir más. «Estamos en pleno proceso de expansión de la población occidental del oso pardo cantabrico que es directamente proporcional al despoblamiento que sufre la zona, o lo que es lo mismo, a menos humanos utilizando el medio, más comida, espacio y tranquilidad para determinada fauna de monte», explica esta joven apicultora. 

La Junta de Castilla y León, la administración encargada de compensar los daños ocasionados por las especies protegidas como el oso pardo, todavía no le ha pagados los daños correspondientes a los ataques producidos 2021, 2022 y 2023, que suman los 12.200 euros, dinero que Gloria Suárez ha tenido que adelantar de su bolsillo para restituir las bajas ocasionadas tras lo ataques.

Con los dos últimos años no muy buenos para la producción de miel, debido a la sequía del verano y a las extremas condiciones de las última primaveras, Gloria no está segura de que en 2024 alcance los mínimos. «Las producciones están siendo de 10 kilos  de miel por colmena, un 50% por debajo de la media», explica Suárez, que añade que «la restitución de 83 nuevos enjambres supone dividir y debilitar para la próxima primavera otros 83 de los que aún están fuertes, por lo que la producción de miel de 2024 se verá seriamente afectada. Y suerte que la velutina todavía no se ha hecho fuerte por estos lares», concreta.

Hasta cuatro meses para tramitar los expedientes y años para cobrar

Lo que Glora Suárez pide es un mayor compromiso de la Junta para que esos cerca de 210 millones de euros que tiene la Consejería de Medio Ambiente Vivienda y Ordenación del Territorio para velar por el Patrimonio Natural el año 2023 lleguen a personas como Gloria Suárez, auténtica superviviente del mundo rural.

Actualmente, esta apicultora está cobrando en 2023 expedientes correspondientes a 2021, solicitudes de indemnización que según le cuentan en sus desesperadas llamadas telefónicas a la Junta se resuelven en un plazo de hasta cuatro meses. Además, denuncia que hay otros muchos daños que sufren actualmente los apicultores para los que no se pueden pedir indemnización, como la pérdida de producción para futuras campañas por tener que dividir los enjambres para restituir los destruidos por el oso.

Por eso pide una mayor agilizada en la tramitación de estas compensaciones, tanto por los daños del oso, como del lobo, cuyos afectados están en la misma situación. 

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