Diario de León

La Guardia Civil investigó durante años el misterio del cadáver de esta personas con graves taras físicas

Detienen a los hermanos del ‘hombre de Babia’, cuyo cuerpo se abandonó en Babia

El cadáver apareció en Somiedo hace diez años en una cuneta y con una pierna arrancada

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Publicado por
Cristina Fanjul
León

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Pesquisas con ginecólogos y empresas de construcción

La Guardia Civil lamentaba hace diez años que el problema que encontraban en León es que sus habitantes eran muy reservados, «con reticencia a hablar con desconocidos», y precisaban que la zona de Babia es «especialmente hermética» con las personas que vienen de fuera. Los agentes «peinaron» la zona en busca de respuestas y no encontraron nada. Se hicieron pesquisas entre los ginecólogos y matronas de la provincia con el fin de saber si alguno de ellos podría haber atendido a la madre de este individuo, pero esta vía de investigación también resultó infructuosa. «Incluso contactamos con empresas de obras que pudieran haber realizado tareas en las casas de la zona con el fin de construir algún sótano o una pared falsa a otra estancia», detallaron.

Han tenido que pasar diez años para desentrañar el misterio del hombre de Babia. En 2015 aparecía en el Puerto de Somiedo el cuerpo de un hombre deforme con una pierna amputada. Unos excursionistas vieron algo entre la maleza muy cerca del Mirador del Rebeco. Años de investigación resultaron infructuosas. Los investigadores bucearon en diferentes pistas que nunca llegaban a nada. Las hipótesis, de todo tipo, terminaban sin concretarse. A Diario de León llamaron numerosas personas que hablaban de posibles pistas... Nada pudo demostrarse. Hasta ahora. La Udev, la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Policía Nacional de Gijón ha detenido a dos personas, hermanos del fallecido, que, según informa en la edición de ayer de La Nueva España, se habrían deshecho del cuerpo con el fin de cobrar la pensión de discapacidad que cobraba la víctima, que sumaría alrededor de mil euros al mes. Los detenidos ya han pasado a disposición judicial y se encuentran en el centro penitenciario de Asturias. Hasta ayer, el hombre de Babia no tenía nombre. Ahora sabemos que sus apellidos, que podrán ser grabados en una lápida que ha permanecido anónima, tienen las iniciales de J. C.

Termina de esta manera uno de los casos más mediáticos de los últimos años que podría no haberse conocido nunca. Y es que fuentes de la investigación de la Unidad Orgánica de Delitos Contra las Personas de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Oviedo aseguraron entonces que si el cuerpo se hubiera dejado cincuenta metros más abajo, no se habría hallado. «Alguien lo dejó allí para que fuera encontrado. Verá, hay una colonia de buitres que lo habría devorado rápidamente. Apareció sin una pierna, que tuvieron que comerse las alimañas, los zorros o un oso, quién sabe. Además, era alguien que había sido cuidado, alimentado. Estaba peinado y afeitado y la autopsia determinó que había muerto debido a un ataque al corazón por causas naturales».

Para tratar de comprender la historia que se esconde detrás de este suceso —aún hoy sin esclarecer— hay que retrotraerse a la España de hace sesenta años. Si bien la edad de la víctima no ha podido fijarse con precisión, los forenses creen que el cadáver encontrado pertenecía a un hombre entre los 45 y los 60 años, de una constitución extremadamente delgada (35 kilos de peso) y con una estatura de 1,35 centímetros.

Pero las características que marcan la diferencia en este caso eran las deformidades físicas del hombre encontrado y que eran de tal magnitud que los médicos no fueron capaces de calificarlo. Parecía similar al síndrome de Marfan, una enfermedad causada por una alteración genética en el cromosoma 15, pero era peor. «Tenía joroba, el pecho abombado, la cabeza muy pequeña y las extremidades desproporcionadas. Según el médico forense, el individuo habría tenido una movilidad muy reducida y posiblemente, una importante discapacidad psíquica», precisa. «En un primer momento pensamos que pudo haber sido alguien utilizado para la mendicidad, pero chequeamos todas las bases de datos europeas y no se encontró nada. Además, también se hicieron registros de ADN sin, de momento, hallar a los familiares», manifiesta otro de los investigadores.

Otra de las líneas de investigación estaba orientada a determinar si esta persona pudiera haber estado viviendo en el anonimato, en secreto, amparada por la intimidad de su familia en alguna de las pequeñas poblaciones rurales de la zona. La Guardia Civil de Asturias sondeó las casas de las poblaciones asturianas y no encontró a nadie que pudiera aportar pistas sobre el caso. El cuerpo apareció junto a una bolsa de loneta y en una manta que tan sólo se vendía hace medio siglo en dos tiendas de España situadas en Gijón y Burgos. Sin embargo, las fichas de clientes no duran tanto tiempo y, al final, ese ovillo también resultó estéril. Se buscaron casas especiales, en las que se hubieran hecho obras de acondicionamiento de sótanos o áticos, se preguntó en los centros de salud —una persona con tantos problemas físicos debió requerir en alguna ocasión atención sanitaria—, se buscaron y analizaron partidas de nacimiento, de defunción... nada. Fue entonces que comenzó la labor de la guardia Civil de León. En la investigación participaron agentes de la Policía Judicial, así como de los puestos de Somiedo y Villablino. Fuentes de la Guardia Civil llegaron a pensar que podría darse el caso de que los padres hubieran fallecido y otra persona se hubiera hecho cargo de sus cuidados. «Puede que esta persona no viviera en el pueblo y se encargara de él en fin de semana».

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