Diario de León

SAN PEDRO DE LAS DUEÑAS

Toda una vida dedicada a formar religiosas

La comunidad religiosa de las Benedictinas en San Pedro de las Dueñas, celebraron la festividad del centenario de una de sus religiosas, Consuelo Rigueiro Fernández, junto con el nuevo año. Los vecinos de la localidad se

Las hermanas de la congregación y Consuelo Rigueiro, abajo

Las hermanas de la congregación y Consuelo Rigueiro, abajo

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Acacio Díaz - SAN PEDRO.
León

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Con el nacimiento del nuevo año la comunidad benedictina de San Pedro de las Dueñas en Sahagún, ha tenido más celebraciones que nunca, aunque una sola protagonista, Consuelo Rigueiro Fernandez. En 1923, cuando apenas contaba 20 años, llegó al que seria su destino como religiosa, desde su localidad natal Santa María del Mao (Lugo). Ochenta años después de su llegada al monasterio, nos encontramos con la celebración de su centenario, una vida dedicada a la oración y servir a los demás. Entre sus grandes cualidades dentro de la vida monástica, cabe destacar sus dotes dentro del mundo de la música, sobre todo en el canto coral dentro del gregoriano más puro. Esto obligó a la hermana Consuelo a desplazarse a otros monasterios -como el de Samos- para continuar sus estudios. Para poner punto final a su perfeccionamiento, acudió a Palacios de Benaver (Burgos), donde alcanzo su máxima expresión con el canto gregoriano. Una vez de regreso al monasterio realizó las funciones de directora coral del monasterio. Desde muy joven sintió su vocación religiosa y amor a San Benito,lo que la llevo a ser maestra de novicias a lo largo de buena parte de su vida. En la actualidad comparte su vida monacal con ocho de aquellas novicias a las que tuvo el compromiso de preparar, al tiempo que fue priora. En el día de su cumpleaños,los vecinos de la localidad se unieron a la celebración. Después de una eucaristía se celebró un ágape, organizado por las religiosas para todos los vecinos asistentes al acto. Mientras, los vecinos hicieron entrega a la madre Consuelo, como recuerdo de esta fecha tan señalada de algo que durante toda su vida ocupó buena parte de su tiempo libre: un rosario de plata junto con una cadena y crucifijo, que desde el primer momento no se ha separado de estos luciendo sobre si como la luz de sus muchas oraciones por la paz del mundo.

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