Diario de León

Asesinado de un tiro y rociado con gasolina para desfigurar el cadáver

Martín Ruano

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Según la reconstrucción de los hechos del asesinato de Martín Ruano, parece que la detención se produjo el 9 de noviembre de 1936. Le arrestaron supuestamente, según los vecinos, Laureano Bobis -relacionado en 1981 con el alzamiento del 23-F- y Ramón Guerra. Les acompañaba el hijo del alcalde de Villabraz, Gregorio Merino Cristín, que también era hermano del comandante del puesto de Villamañán, Nemesio Merino (el abuelo del ultraderechista que asesinó a la dominicana Lucrecia a finales de los ochenta en Madrid). Parece que condujeron a Ruano a la casa del médico del pueblo, que era el jefe de Falange, donde le ataron con una cuerda antes de introducirle en un coche y dirigirse a la localidad de Regueras de Arriba. Allí, le dispararon a bocajarro. Según el acta de defunción del 12 de noviembre de 1936, Martín Ruano falleció por la hemorragia que le produjo un disparo de escopeta. Sus agresores le rociaron, además, con gasolina, y encendieron fuego para que el cadáver no fuera reconocible. En la ficha municipal que ha podido conocer Diario de León figura como un hombre desconocido de unos 40 años (tenía 48), de un metro sesenta de estatura, que llevaba «una boina, trozos de camiseta, sisa y forros de chaqueta». La gallardía de un pueblo Los más ancianos de Regueras de Arriba saben quién ordenó la muerte y también recuerdan que el cura no registró la defunción. Si pudo enterrarse el cadáver fue por decisión de algunos vecinos, que colocaron el cuerpo bajo un olivo y sin placa. En Villabraz recuerdan una anécdota. La familia quiso decir una misa por Martín Ruano, pero llegó la Guardia Civil a pedir explicaciones de por qué le decían una misa si estaba «desaparecido y no muerto». La Guerra Civil parece que fue la excusa para acabar con la vida de este hombre, que fue secretario del Ayuntamiento de Villabraz y que había fundado un partido de extrema derecha llamado Acción Popular. Disputa con el alcalde Según los testimonios recogidos en la zona, Ruano tuvo una disputa porque denunció al alcalde por realizar unas obras para construir un pozo de agua en un lugar donde no existían reservas acuíferas para cobrar la subvención. La denuncia obligó al alcalde a desembolsar 20.000 pesetas y las relaciones con Ruano se enfriaron y desencadenaron en cierta rivalidad que, según las mismas fuentes fue creciendo con el paso de los años. Otros también recuerdan que Ruano decía poseer influencias en Falange y que conocía al propio Gil Robles, lo que generó una sensación de miedo entre algunos no simpatizantes tras estallar la Guerra Civil.

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