El botín
A las cuatro de la tarde se dio por terminada la Batalla de Lepanto, haciéndose el pertinente recuento de las pérdidas. La victoria de la Armada de la Sagrada Liga resultaba incontestable, a pesar de los 7.650 muertos que se recogieron en la jornada. En cuanto a los vencidos turcos, se les hundieron 15 galeras y les fueron capturadas otras 190, mientras que sufrieron unas bajas de 30.000 muertos y 8.000 prisioneros. Asimismo, se puso en libertad a 12.000 esclavos cristianos que se encontraban presos en las galeras enemigas. Por todas partes se veían restos de naves, cadáveres flotando y extensas manchas de sangre. Pero ello no supuso impedimento para la gran fiesta de celebración por la victoria que tuvo lugar aquella misma noche, y en la que se descubrió que uno de los soldados que había mostrado mayor bravura en la galera «Real», era en realidad una mujer a la que se concedió plaza en el Tercio de Lope de Figueroa. En días posteriores se efectuaría el reparto del botín arrebatado a los turcos, muy cuantioso en el caso que nos ocupa. Tan sólo en la galera de Alí-Pachá se encontraron 150.000 cequíes turcos de oro, sedas y otras lujosas mercancías. Y en la galera de Kara Kodja aparecieron 50.000 cequíes y 100.000 ducados venecianos de oro, arrebatados antes a varios mercantes cristianos. El inventario de lo apresado al enemigo incluía 117 galeras útiles, 13 galeotas, 117 cañones gruesos, 256 piezas menores y 3.500 esclavos turcos. Según las estipulaciones del pacto firmado en su día, a España le correspondía la mitad, mientras el resto se repartiría entre Venecia y la Santa Sede. En cuanto a don Juan, le fueron adjudicados 6 galeras y 174 esclavos. Y es que todos los participantes en la Batalla de Lepanto, «la más alta ocasión que vieran los siglos», estuvieron de acuerdo en que el mérito principal de la victoria correspondía a la alta responsabilidad y acertada táctica mantenida en todo momento por don Juan de Austria, el gran héroe de la jornada.