Una escapada de juventud o una coincidencia de nombres

Sin embargo, insensible a todos los vaivenes sentimentales, seguía escribiendo y procurándose una fama que le valió, por parte de Miguel de Cervantes, el apodo con el que ha pasado a la leyenda: «Fénix de los Ingenios». Los últimos años de Lope de Vega fueron una sucesión de problemas. Su hija Marcela, la gran favorita, tomaría el hábito de monja para distanciarse de tan problemático padre, mientras Lope Félix, otro de sus hijos, moría combatiendo en tierras americanas. En cuanto a Marta de Nevares, se quedaría ciega y, tras penosa enfermedad, terminaría por fallecer. En 1635 llegaba la última hora para el propio Lope de Vega, quien expiró en Madrid y fue enterrado en la iglesia de San Sebastián. Allí, sepultado en una fosa común, yace uno de los más geniales literatos que ha dado España. ¿Cuál es la relación de Lope de Vega con La Bañeza, cuyo Ayuntamiento acordó el 14 de febrero de 1947 imponer su nombre a la entonces llamada calle de Triana? La respuesta es sencilla, pues según cuenta la tradición el escritor estuvo en nuestra ciudad durante el año 1578. Juan Pérez de Montalbán, contemporáneo del dramaturgo, refiere en uno de sus libros que Lope escapó de su casa en plena juventud, acompañado de su amigo Hernando Muñoz, llegando a pie hasta Segovia. Allí compraron un rocín por cinco ducados, montura con la que llegaron hasta Astorga y La Bañeza. Misas por su eterno descanso Sorprendentemente, tal como refiere el cronista Marcos de Segovia, la Cofradía de Clérigos de la Piedad celebró en El Salvador cada mes de noviembre, a partir de 1631, una misa cantada y dos rezadas «por el ánima de Lope de Vega y su mujer». ¿Sería este Lope un bañezano de idéntico nombre o el solemne responso estaba dedicado al propio «Fénix de los Ingenios»?