Diario de León

EL AULLIDO

Todos somos uno de los dos

Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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LA CHICA que bebe sola su menta-poleo sentada en una mesa del bar mientras mira cada minuto su reloj, o el chico que no va a venir. El camarero con oído de psicoanalista o el borracho con verbo de filósofo. La princesa y la corista, el filete y las patatas. En las calles de León, aunque la serpiente humana callejera parezca haber homogeneizado a la población, todos somos uno de los dos. Unos pactan con el diablo para obtener la Alcaldía y hacer así cosas por la ciudad, y otros se quedan fuera del gobierno municipal con cara de póker porque ya habían pactado antes con ese mismo ángel. Y por idénticas razones. Hay un Ayuntamiento, tres bandos que en realidad son dos: unos que pactan y otro que se queda sin pareja para el baile. Los ciudadanos lo observamos todo con expectación o decepción, aunque enseguida miramos para otro lado aprovechando la borrachera colorista de las Fiestas de San Juan. Unos hacen y otro se opone mientras parece que el rollo no va con nosotros pero no es así. No estamos fuera sino dentro. No oficiamos como espectadores sino como actores... Todos somos uno de los dos. Unos bailan y otros tocan el acordeón. Unos ganan las elecciones, otros las pierden y a veces no hay forma de advertir la diferencia porque los ganadores y los perdedores pueden intercambiarse los papeles y los discursos. Lo que antes decían unos ahora lo dicen los otros, lo que antes hacían unos ahora los hacen los otros y el decorado de la política siempre está aparentemente igual. Nosotros permanecemos aquí, en la platea, esperando que el argumento de esta obra de teatro cambie sustancialmente y haya adulterios, grandes amores o algún asesinato y así nos libren del aburrimiento. Y es que es ésta una razón de peso para celebrar el pacto PSOE-UPL que ha traído un Alcalde socialista al trono municipal de León: al menos viene, por acción u omisión, a combatir nuestro aburrimiento. Mientras más nos sorprenda la nueva Corporación con sus decisiones, más aplaudiremos y abuchearemos pero, en definitiva, más conscientes seremos de nuestro importante papel en la movida política. Lo malo de las mayorías absolutas y el voto por inercia es que no cambia nada ni prácticamente nadie, y eso resulta tan útil y aburrido como la fecundación in vitro. Un cambio implica otra emoción, otra posibilidad; implica riesgo y reajustes y, por tanto, le da vidilla o dinamismo a la existencia y a la política. Cambiar significa no conformarse, no renunciar, mantener intacto el espíritu de superación tan necesario para que sigamos aprendiendo a la vez que seguimos creciendo. Ha habido un cambio de signo político en la poltrona municipal de León. Y lo peor que nos podría pasar ahora a los ciudadanos es que todo siguiera igual, continuaran beneficiándose los mismos, persistieran los mismos modos e idénticas pautas, pues entonces significaría que hay que desistir, que no hay nada que hacer, que para qué votar, que si León ha caído en desgracia lo único que podemos hacer es bostezar de aburrimiento viendo Crónicas Marcianas , y que pasen los años y los disgustos, y en invierno frío, y en verano calor. Pero esta vez algo ha cambiado y todos estamos mirando fijamente para saber de una vez qué es. Como no nos enteremos pronto la política municipal nos va a parecer otra vez más aburrida que el tipo que compuso la música del telediario. De momento estamos llenos de ilusión, y nos parece que esta ciudad, o la forma de hacer las cosas en esta ciudad, puede empezar a ser diferente. Y nos hacemos a la idea de que ha cambiado algo, o la mitad de algo, y eso puede ocasionar que la política en León ya no sea como siempre sino sólo medio como siempre. Así no estaremos ya totalmente aburridos sino sólo medio aburridos. Qué bien. Necesitamos advertir pronto la diferencia. Sobretodo por el bien de la diversión pública ahora que ya se acaban las fiestas.

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