Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Con la Iglesia hemos dado, amigo Sancho

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VICTORIANO CRÉMER
León

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NADA de cuanto acontece en la España liberada de Don José María Aznar y sus muchachos tiene verdadera importancia. Ni siquiera conocer con exactitud la fecha en la que al fin Don José María se prestará a abandonar «el puesto que tengo allí» ni por supuesto quién pueda llegar a ser el candidato para ocupar el estrado supremo del mando en plaza y la ocupación del Palacio de la Moncloa, en sana competición con nuestro Rodríguez Zapatero de toda la vida. Y si situaciones y capítulos históricos como representa o debe representar el relevo de Don José María no levantan demasiadas expectaciones, ¿qué es, cuáles son los asuntos que de verdad tienen alertados a los españolitos madre los guarde Dios porque al fin y a la postre una de los dos Españas ha de helarnos el corazón, la cabeza y el menisco. España aunque parezca un lago apacible más bien dispuesto para el disfrute de una paz náutica a todo trapo, navega a la deriva, sin acertar con los rumbos que mejor le vengan par su navegación, ni con la tripulación de embarque. Y no por limitaciones propias de la condición de la comunidad hispana, sino por la acumulación de conflictos que inevitablemente contribuyen a la intranquilidad y al general cabreo del común de vecinos. Por ejemplo, el sabido triunfo de ese estado dentro del Estado, que es el Real Madrid, portador efectivamente de valores eternos y patroneado por uno de los más calificados constructores o empresarios del ladrillo visto de la Península Ibérica: Seguir los pasos del Real Madrid es como anotar las fazañas del Duque de Alba cuando en España no se ponía el sol. De tal manera que cuando en algún lugar del mundo se quiere mencionar a España para lo bueno o para lo malo, en lugar de proponer la Constitución o la Real Academia de la Lengua o la pintura de Tapies, se declaran afines a Raúl o a Zidane o a Figo, por ejemplo. ¿Hasta cuándo puede durarnos esta función? Hasta que Dios quiera. Como será la divina Providencia la que consigue apaciguar los impulsos conquistadores de la Iglesia del Cardenal Rouco para que al menos respete el espíritu del artículo 16 de la Constitución por el cual se establece la aconfesionalidad de la Carta Magna. Y es que así como en determinadas circunstancias y ante movimientos sospechosos el español receloso lo atribuía a ruido de sables cuando los obispos de la Conferencia Episcopal Española hablan de la equiparación de la Religión como asignatura alternativa, hay que ponerse en lo peor y algunos hasta se atreven a mencionar al Santo Oficio. Y como si no fueran estos motivos bastantes para la preocupación de los supervivientes electorales, aparecen dos tránsfugas, varón y hembra, que están alterando cualquier forma de entendimiento político. Y lo que resulta más triste y más significativo, es que lo altos poderes no saben cómo desfacer este entuerto de los tránsfugos victoriosos, cuando por ejemplo, es un decir, en la cárcel de Mansilla de las Mulas sobran módulos que podrían muy bien ser ocupados por quienes alevosamente con mentira y alevosía apuñalan por la espalda a quien des da el pan. Y es que, a la manera de ve de la gente llana, no se entiende cómo pueden ser detenidos y puestos a buen recaudo, que se dice en las Crónicas de sucesos, a un inmigrante ecuatoriano por intentar arrebatarle el bolsillo a la señora Antonia. Y a estos tránsfugas, ladino profesionales del tirón político no se les encuentra, resquicio para colocarles alguno de los capítulos más severos del Código Penal... Aseguran que el año tiene tres días que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Cristi y el día de la Constitución. Pues algo parecido cabría aplicar a los días ocupados por el Real Madrid, el Cardenal Rouco y las extrañas y provechosas manipulaciones de los dos tránsfugas nacionales.

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