Diario de León
Una de las principales calles de  la ciudad que une el centro con otras arterias de la ciudad

Una de las principales calles de la ciudad que une el centro con otras arterias de la ciudad

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Javier Tomé - la bañeza
León

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La memoria viva de un pueblo y sus gentes, en este caso referida a la selecta ciudad de La Bañeza, queda perfectamente reflejada en la costumbrista y principal calle que luce en su rótulo el nombre de una localidad hermana, la bimilenaria e histórica Astorga. Caracterizada por el poderoso encanto y el interés de su singular arquitectura, cuya mejor muestra son los castizos soportales que salpican el considerable trayecto, la inmemorial calle de Astorga es uno de los enclaves más comerciales y de mayor interés en La Bañeza. El agudo contraste entre los avances de la modernidad y la raigambre tradicional, que a modo de rico blasón del pasado enriquece nuestro entramado urbano, se hace patente justo al inicio de la vía, surgida a modo de hermosa prolongación de la emblemática Plaza Mayor. Allí aparecen dos placas informativas con el nombre de la calle que muestran, en forma bien explícita, la evolución de los tiempos y las modas. La más veterana está realizada en blanco y negro, evidenciando la estética de otras épocas ya muy rebasadas en el calendario. Por el contrario, el rótulo moderno ofrece una coloreada imagen en cerámica que nos lleva a los tiempos futuros que sin duda aguardan con optimismo a una arteria con tanto peso específico como es la calle Astorga. Antes de recorrer con nuestros lectores estaba vía plena de solera y embrujo, que por cierto ha sido recientemente remozada y cerrada al tráfico, conviene echar un breve vistazo a lo que fue la calle de Astorga en sus inicios. Su nombre se debe sin duda a que por aquí discurría el camino hacia la capital maragata, siendo posiblemente la única calle bañezana que jamás ha cambiado de denominación a lo largo de su rica y compleja historia. Fue en su origen una de aquellas calzadas romanas que, trazadas a lo largo y ancho del mundo entonces conocido, se convertirían en auténticas autopistas imperiales por las que se difundió el comercio y la cultura. Más tarde sería senda obligada de peregrinos, terminando en aquellos tiempos en la Puerta o Arco norte de la villa y siendo, por tanto, más corta que en la actualidad. Para asistir a los caminantes que transitaban por el lugar, de camino a la venerada tumba del Apóstol en Compostela, existió un refugio o albergue adosado a la ya desaparecida ermita de Santa Marta, que durante el siglo XVIII pasaría llamarse de San Antonio. Pelambres y Tenerías Los monjes madrugaban para despedir a los indómitos peregrinos que cruzaban la venerable puente de Mojaelgallo, para proseguir ese Camino de Santiago que con el transcurso del tiempo se convertiría en la ruta más devocional y militante de la vieja Europa. La calle Astorga ya aparece perfectamente documentada a mediados del siglo XVI, tal como recoge un antiguo documento localizado por el erudito Padre Albano. Fechado en 1550, refleja la compra de unas casas fronteras a la ermita de Santa Marta, herencia de doña Isabel Gómez. Por aquellos tiempos, e incluso en las centurias siguientes, el trayecto entre la Plaza Mayor y el Arco norte de la villa, por cierto desaparecido en 1777, estaba salpicado de mesones, posadas, viviendas particulares y talleres donde los curtidores ejercían su oficio. Según nos cuenta don José Marcos de Segovia, el que fuera documentado cronista de la ciudad, el año 1687 existían en nuestra calle pelambres y tenerías, además de distintos bienes cuya propiedad correspondía al Ayuntamiento. La vía ofrecía, por lo tanto, un colorido y vital espectáculo urbano, gracias al tránsito constante de viajeros que iban hacia Astorga y Galicia, mientras que en sentido contrario eran los arrieros, comerciantes y feriantes, quienes recorrían este medieval trayecto en su marcha hacia la meseta y la capital de España. Un enclave, en palabras del Padre Albano, de "negocios, tratos y descansos de viaje". Al compás de la mejora generalizada en las comunicaciones que trajo consigo el ya fenecido siglo XX, la calle de Astorga también experimentaría grandes cambios en su estampa habitual. A partir de la construcción de la transitada carretera hacia La Coruña, la nacional VI, nuestra arteria perdería su función primera de encaminar a los visitantes en dirección a la capital maragata, peatonalizándose además durante la década de los setenta. Convertida en auténtico paseo urbano para los bañezanos, la próxima semana pasearemos por esta emblemática y señorial arteria.

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