Cuatro pueblos Un homenaje a los alcaldes y concejales de otros tiempos

QUERIDO hermano: Cuatro, y alguno más que puede añadirse. Se han pasado. Por razones personales no pude acudir al último pleno celebrado por la Corporación Municipal astorgana. Bien es cierto que dada mi inutilidad para las matemáticas y materias similares, de poco me hubiera servido estar presente, de no tener a alguien que me fuera traduciendo los números al cristiano proceder de la cuenta de la vieja, y poniéndolos a la altura de mis escasas luces. He comprobado después, a través de nuestros amigos los plumillas que se trató sobre la conveniencia, o no, de subir o rebajar eso que dicen el IBI, de retocar el IAE, de darle vueltas al PIB y buscar a un individuo cuyas iniciales desconozco que, al parecer, nos advierte que los precios se han disparado como si un regimiento estuviera bombardeando el Teleno, con los consiguientes riesgos de incendio para las economías familiares. Total, querido, que fue una sesión en la que se intentaba cuadrar las cuentas municipales, concluyendo que con unas mejoras fiscales propugnadas desde el gobierno central dejan a los ayuntamientos en paños menores, o sea con el culo al aire en el aspecto económico. Y como, por lo menos, quieren tener un paño de pureza con el que tapar las vergüenzas, los munícipes de Astorga han ideado un taparrabos encubridor de la impudicia económica. ¿Qué podemos subir, bien subido, para echar un remiendo a la miseria, se dijeron los concejales de esta ciudad que tantos títulos arrastra? La solución encontrada, hay que calificarla de bien pobre; propuesta, según dicen, por el grupo que es llave de la gobernabilidad del Ayuntamiento Se encontró el filón recaudatorio en la subida de las entradas a los dos museos que en estos momentos son de titularidad municipal: el Romano y del Chocolate. Hermano, se me ha caído el sombrajo. Desde hace años, bastantes, este Ayuntamiento se ha distinguido, en la provincia, por su propensión a propiciar la difusión de la cultura y el apoyo a la misma en cuantas manifestaciones se diera. Lo ha hecho con bastante acierto, muchas veces, estupendamente; pero aquí ha tropezado. El que tropieza avanza dos pasos, si no se cae, dice el refrán y Astorga, en este caso ha avanzado cuatro; se ha pasado cuatro pueblos en ese afán de encontrar algún euro, que va a ser el chocolate del loro; y nunca mejor dicho. Cuando todo esté aprobado, acceder al Museo del Chocolate costará un 150% más que ahora; se pasa de un euro a dos y medio. Ver el Museo Romano supondrá un 75% más que en la actualidad. Con una medida poco estudiada se iguala el precio de entrada a los dos museos, cuando todos sabemos las abismales diferencias entre uno y otro, tanto en el contenido como en el continente. Y por otra parte, habrá que tener en cuenta que el Museo Romano, está a cierta distancia de, pongo por ejemplo, el de Mérida. Lo dicho, a este tu hermano dos euros y medio por persona le parece un precio excesivo porque la medida puede resultar contraproducente respecto al romano. En cuanto al del chocolate, la considero desorbitada, pues sin negar el interés que despierta, un establecimiento de esta índole no se puede calificar, actualmente, de un mérito científico extraordinario, sino más bien de mera e interesante «Os habéis dejado la piel por la ciudad», dijo el alcalde Perandones a quienes todos los que llenaban a última hora de la tarde de ayer el salón de plenos del Ayuntamiento de Astorga. «Nosotros sólo somos continuadores de vuestra obra», añadió el regidor, alabando el trabajo de todos los concejales y alcaldes que han trabajado por la ciudad. En la sala, la actual corporación ocupaba sus escaños, mientras que los sillones del público los llenaban quienes fueron concejales y alcaldes de la ciudad, reunidos para conmemorar los veinticinco años de vigencia de la Constitución española. Los asistentes Y había regidores y ediles tanto de la etapa democrática como de la anterior, la de la dictadura, que escucharon una conferencia sobre la ley fundamenta del estado a cargo del catedrático de Derecho Administrativo y enamorado de Astorga y su comarca Francisco Sosa Wagner. Así, entre los asistentes y sus familiares se encontraba Gerardo García Crespo, el último alcalde de la dictadura, o Luis González Pérez, que ostentó el poder municipal bajo las siglas de la desaparecida UCD. También los había que cabalgaron entre ambos regímenes, como en el caso de Julio Sanz, que vivió los últimos coletazos del franquismo y luego salió elegido por la ya refundada Alianza Popular.