Diario de León
Publicado por
PEDRO V. ÁLVAREZ COLLAR
León

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COMO ESTAMOS EN ÉPOCA de referendos y otras minucias, los padres (y madres) de la patria andan por ahí, predicando las bondades de las constituciones, sean estas comunitarias, españoles o europeas. No ponemos en duda de que cualquier ley, y más aún,, si esta es la ley suprema de una comunidad, país o conjunto de países, si su texto se llevara a cabo, es la salvaguarda de los atropellos a los que el ser individual podría estar sujeto como tal, ante el poder establecido en cualquiera de sus formas. Viene esto a cuanto, a tenor de lo que hemos escrito en esta columna las dos pasadas semanas, al respecto de que, ante los atropellos sufridos por el Valle de Laciana en su medio ambiente, ha tenido que ser la Unión Europea, la que haya pegado un toque de atención a quien corresponda, ante el abuso de poder ejercido, desde todas y cada una de las administraciones haciendo caso omiso de las leyes existentes y obviando que su obligación es respetar y hacer que se respetan las mismas. Pero, no hemos de irnos a citar textos legales al respeto de la defensa de animales en peligro de extinción; de al protección de la flora y la fauna, que haberlos haylos muchos y variados. Ya que estamos en un momento donde las constituciones están en el candelero, solamente hemos de leémos las que existen en nuestro entorno más cercano y observar que dentro de ellas existen infinidad de argumentos de peso para que, si se obedece la ley, y con ello se llenan la boca (con su respeto absoluto), todos los partidos políticos que escuchemos, hay que ponerse manos a la obra. Así, dentro del Estatuto de Autonomía de nuestra comunidad, Ley Orgánica 4/1983, en su artículo 28, 3.º, trata de la protección del medio ambiente, del entorno natural y del paisaje. Si la que tenemos es la Constitución Española de 1978, en su artículo 45, 1.º dice: todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como del deber de conservarlo, 2.º Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva. Y 3.º Para quienes violen lo dispuesto en el apartado anterior, en los términos que la ley fije se establecerán sanciones penales, o en su caso, administrativas, así como la obligación de restaurar el daño causado. La aún en proyecto Constitución Europea, dentro de la Sección 5.ª, dedicada por entero al Medio Ambiente, tiene los extensos artículos, el III-233 y el III-234, con un amplio repertorio de defensa del entorno, basado tal y como dice, en los principios de precaución y de acción preventiva, en el principio de corrección de los daños al medio ambiente, preferentemente, en el origen, y en el principio de quien contamina paga. Por eso cuando, día tras día, escuchamos a políticos de todo signo llenarse la boca con la defensa de la Constitución, o la defensa del Estatuto, y ahora los vemos predicar el Sí en el referéndum a la Constitución Europea, no nos queda más que respirar hondo, ante la rara interpretación que tienen de eso que dicen defender. Y pensamos que tan sólo con que todos y cada uno respetásemos las Leyes Supremas, no haría falta nada más. No necesitaríamos si así fuera, que tuvieran que venir desde Europa a poner el dedo en la herida por donde Laciana se desangra. Pero con la eterna cantinela de que los políticos no hacen más que hablar y hablar sin sentido alguno, así nos luce el pelo. De nada servirá que el Valle de Laciana sea Zona de Especial Protección para las Aves (Zepas), ni Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), ni aún menos Reserva de la Biosfera, si todas las administraciones se pasan las leyes supremas por el forro, cómo no lo van a hacer con estas minucias.

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