Boñar y el dilema del interruptus

LA VIDA política de Boñar está entrando ya en su tercer año de interruptus de ideas que ha estado marcado por el lamento de quienes son más en número, en voz y en voto. Primero no se pudo abatir al quinteto que abrió una pequeña puerta que se cerró tras ignorarse que cinco son más que tres y forzar el PP la ruptura. Después llegaría la brecha del carácter epimeteo que dejó a un gobierno con dos y se pasó a una lucha de los postulados de danaidas ya que es mejor señalar que solucionar. No hay pues acuerdo ni para hacer ni para salir adelante de una posición que nadie entiende: dos gobiernan y nueve hacen oposición. Lo último es intentar acusar a la prensa de lo que dicen que dice y de lo que dicen que no dice ante un resorte de diretes y diremes. A un año vistas, al final la culpa será del propio pueblo, de la gente. Se ha llegado a tal punto de esperpento político más insostenible que el propio Valle Inclán hubiera convertido a este quehacer político en una de sus obras maestras. No se puede culpar a nadie de la responsabilidad de los políticos. Si tan mal van las cosas hay una salida «la moción de censura». Sean valientes y den el paso o en su caso digan porqué no lo dan. Tan sólo IU ha argumentado porqué no apoya una moción: porqué no permitirá con sus votos que Celia Reguero sea Alcaldesa y porque los votos de la derecha suman seis concejales: Cuile y PP. Ante todo esta maremagnum Lacedemón acecha recordando aquellos viejos tiempos.