Diario de León
Publicado por
MARTÍN MARTÍNEZ
León

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QUERIDO hermano: Bien sabido es que en llegando las calores la huida es generalizada; el trasiego es norma y andamos todos, sino acalorados, sí azacaneados. Los habituales se van -¡oh cielos¡- a las costas en búsqueda de más calor, el cangrejeo solar; y acuden al alivio de un encuentro refrescante en la noche astorgana aquellos que, por imperativos laborales, se han transterrado once meses. Astorga y su comarca, querido, está acogiendo en amoroso regazo a los hijos, pródigos por obligación, a los que en muchos lugares llaman salvajamones; acuden ellos a empaparse de la casa paterna, de ese cielo casi olvidado, limpio y transparente, de un horizonte nítido que señala la línea cercana del Teleno. Y los de siempre, los dichos habituales, los de los doce meses disfrutando, y también sufriendo Astorga, como no, les damos la calurosa bienvenida. A ellos y a cuantos deseen disfrutar de la acogida que esta ciudad está dispuesta a tributar, aunque dicen los «papeles» que andamos con cifras menguadas respecto al pasado año. A ti, como hermano, aún en la cercanía de poco más de los 40 Kms., te invito a que seas testigo de ello; todo con su tiento por aquello del invitado y la pesca no vayamos a pasarnos. Pero vente. Vente que vas a disfrutar. Por ejemplo, mientras esperamos la instalación del tan ansiado ascensor de la Casa Consistorial, verás cómo de un lugar inhóspito, incómodo a más no poder, antagónico a la estética, reñido con la comodidad y hasta con las leyes vigentes, se puede conseguir un rincón ameno, recoleto, agradable a la vista y apropiado para el ensueño. Te escribo de la malhadada escalera , un desaguisado arquitectónico, producto de un iluminado; espacio que ahora se ilumina con las tres vidrieras de Escarpizo; esta misma semana cerró el triángulo luminoso, hasta apropiado para la meditación. La mentada escalera invalidó una de las entradas al torreón de San Bartolomé resultando pintiparado para plasmar en vidrio los símbolos de la ciudad; claro que con ello no se rescata la arquitectura original, pero se ha paliado aquel efecto negativo de hueco obscuro y lóbrego que allí quedó. Son casi cuatro metros cuadrados, o más, que mi ojo es de mal cubero. Sobre el cristal, hermano, podrás recrearte en el símbolo maragato del tambor y el sombrero de ala ancha; queda la historia peregrina del bordón y la calabaza; la lápida romana que nos habla de tiempos remotos cincelados en la memoria pétrea; y la original concepción del escudo de armas de la ciudad, la rama de roble arropando, envolviendo, acogiendo en su seno circular pináculos y peineta de la fachada consistorial. Mejor ven a verlo. Y con esa alegría de la mejora en la Casona, la decepción de algunos, hasta una miaja de cabreo, creo que justificado. Ya sabes que el vice-rectorado de la Universidad de Oviedo vetó el curso que cada año se celebraba en Astorga. Se cerró Pajares, y no por nieve. Y nuestra Universidad, la de León, ha programado para este estío hasta 50 cursos que deambularán por las principales poblaciones. En Astorga no. Sus razones tendrán, digo yo, pero podrían explicarlo. Pienso, sin embargo, que ese tan atractivo sobre el cacao y el chocolate bien podría haberse programado en Astorga; el museo que la ciudad tiene, la tradición chocolatera de la misma, la próxima celebración del Salón Internacional sobre el chocolate, podían ser razones suficientes para ello. Que en tratando de cacao y chocolate no hará falta decir a nadie la importancia de esta ciudad y menos a los responsables universitarios. Pero ya ves, querido, cosas veredes.

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