Diario de León

| Reportaje | La tradición |

El gocho ni lo vio venir

Más de 300 comensales se reunieron en las jornadas de la matanza de Posada de Valdeón, organizadas por el CIT

En total se repartieron más de 300 raciones entre los asistentes

En total se repartieron más de 300 raciones entre los asistentes

Publicado por
Larry - corresponsal | posada
León

Creado:

Actualizado:

La diligencia y saber hacer que aplicaron los encargados de matar el gocho parecía más propia de una parada de fórmula uno que de una matanza artesana. Realmente el gocho ni lo vio venir, ya que a penas mediaron unos cuarenta minutos entre la llegada del cerdo en su cómodo remolque y el momento de colgarlo para que su carne comenzase a orearse, cerca de una portalada que también sirvió de refugio a los muchos curiosos que se citaron en la matanza del animal, ante una insistente lluvia que no consiguió deslucir las jornadas de la matanza en Posada de Valdeón, organizadas por el Centro de Iniciativas Turísticas Valle de Valdeón, ni tampoco amedrentar a los visitantes, que acudieron en buen número, quizás también porque el día no invitaba en exceso al senderismo u otras actividades de campo. En la mesa Tras tomar la parva, matar el gocho y tomar algún aperitivo, las mejores expectativas de la organización, respecto a los participantes de la comida popular organizada, se vieron superadas por las más de 300 raciones solicitadas a base de picadillo, morcillas y otros productos típicos del cerdo, aunque para la ocasión se utilizaron carnes de otros cerdos, adquiridas en la carnicería de Posada y de animales sacrificados previamente en un matadero. Los alrededores de la plaza de Posada se llenaron de gurmets que, plato en ristre, fueron dando cuenta de cuantas raciones se pusieron a tiro. ¿El salchichón, mamá? Numerosos niños se acercaron con sus padres a presenciar la manera tradicional de obtener los productos del cerdo, la matanza, siendo curiosas las diferentes reacciones de los infantes, dependiendo de si eran de pueblo o de ciudad. Uno de estos niños que visitaba Valdeón durante el puente festivo con su familia de La Coruña, preguntaba sorprendido a su madre por los salchichones del cerdo en el momento en que los matarifes abrieron la barriga del animal para eviscerarlo y dejar limpia la canal, puesto que pensaba que era donde el cerdo escondía los salchichones. En el fondo no estaba tan desencaminado, pero ante la falta de respuesta de su cariacontecida madre, fue puesto al día por otra niña de su edad, leonesa en este caso, que, casi con total precisión, le describió el proceso paso a paso. «Es una pena que haya que matar a los cerdos para comer salchichón, pero está tan rico¿», fue el comentario final en el que coincidieron ambos nuevos amiguetes.

tracking