Diario de León
Publicado por
PEDRO V. ÁLVAREZ COLLAR
León

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POR FIN SE HAN PASADO estas fiestas navideñas que a mí, como a la mayoría de mi generación, se nos vienen encima como un aluvión, sin desearlas lo más mínimo. Los que somos hijos de la tradición lacianiega, de aquellos largos filandones invernales, al calor de la lumbre, donde algunas mujeres aún cardaban e hilaban la lana mientras otras tejían aquellos calcetines de lana inacabables; donde los hombres jugaban a la brisca, y los unos y los otros contaban asombrosas historias que los niños oíamos boquiabiertos hasta que el sueño se apoderaba de nosotros y caímos rendidos sobre los cojines del escañil de madera, hasta que la abuela nos tapaba con uno de aquellos entrañables mantos negros... ¿Qué fue de aquellas navidades cargadas de nieve y escasas de turrones?. Hoy la nieve se niega a venir a anunciarnos la navidad y aunque el turrón se compra por docenas y siempre es más abundante que las fiestas, nosotros, nacidos en aquellos tristes años cincuenta, la echamos de menos aunque nos sobre el turrón... Recuerdos entrañables aquellos, donde Laciana era un mundo para nosotros, aún demasiado niños para saber que el mundo era algo más... Hoy las navidades huelen a villancicos forzados y repetitivos, a un exceso de luces innecesarias y nada originales por doquier. A escaparates recargados de adornos que anuncian lo que se nos viene encima desde mediados de noviembre, con más de un mes de antelación... Por eso creo coincidir, como decía, con casi todos mis coetáneos, en aborrecer la navidad y alegrarme de que lleguen los Reyes Magos porque con ellos se va la navidad... La nochebuena, la Navidad, el fin de año, el año nuevo y los reyes han pasado, por fin estamos libres de otras navidades... La lotería, como siempre ha caído en lugares lejanos, que posiblemente existan porque salen gentes contentas en los noticiarios descorchando botellas y más botellas de cava y dando saltos de alegría... ¿Y Laciana qué?. Pues más de lo mismo. En Laciana hace mucho, demasiado tiempo huele a entreguismo, a gentes hartas de luchar defendiendo sus vidas y hartas también de que aquellos que deberían de defenderlos pasen de todo y se olviden de sus promesas huecas nada más cerrarse las urnas electorales. Es la historia de siempre... Si a cualquiera de aquellos hombres que en los oscuros años del franquismo se les dijera que pasaron sangre, sudor y lágrimas para que ahora, con la democracia, nuestros políticos, nuestro sindicalistas, nuestros pro hombres, se apoltronen y tan solo se preocupen de actuar de cara a la galería, haciendo que hacen pero sin hacer nada de nada, se morirían de vergüenza tan solo de pensarlo... Laciana en Navidad tiene la tristeza de unas navidades sin ver la nieve, pero como ya nos hemos habituado a la melancolía cotidiana, es lo mismo que llegue el verdor de la primavera, que las brañas se llenen de gritsándanas; que el verano pueble nuestras devesas de cientos de sonidos difícil de escuchar en otros lugares; que el otoño con su paleta multicolor haga de esas devesas cuadros que se merecerían el mejor de los pinceles... Antaño algunos me tachaban de agorero, cuando lo único que siempre he hecho es ser un simple testigo del devenir lacianiego. Hoy, la inmensa mayoría reconocen que están totalmente de acuerdo con lo que llevo años escribiendo en esta esquina. Que Laciana se nos muere sin que hagamos nada por evitarlo. Sería bonito saber que pensarían si en las próximas generales en Laciana se recogiera una cosecha de votos en blanco, descontentos con todo y con todos... Bueno, por pedir algo imposible que no quede...

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