Diario de León

Publicado por
JOSÉ ENRIQUE MARTÍNEZ
León

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Las almas nómadas

Miguel Salas Díaz. XXVI Premio de Poesía Hiperión. Ed. Hiperión, Madrid, 2011. 62 pp.

M iguel Salas (Madrid, 1977), profesor universitario en Taiwán, publicó en 2007 el poemario La luz , que no conozco. Las almas nómadas supone, por lo tanto, mi primera entrada en su poesía, en unos versos que atraen de inicio por su voz desenvuelta y volcada sobre el mundo, de cuyas señales visibles brota la poesía, sobre todo cuando esas señales provienen de un perfil femenino, siguiendo la máxima nietzschiana que cita el poeta: «Sólo en el amor, sólo a la sombra de la ilusión del amor, crea el hombre». La ilusión del amor la pone el poeta, ese sujeto que posee la voz, que apela o interpela figuradamente para alimentar aquella ilusión y que lo hace con gracia e incluso con humor cuando es preciso. Ese sujeto es, por ejemplo, el opositor que se distrae soñando con hacer reír a la bibliotecaria seria y sosa para poder asomarse, una vez al menos, al «fulgor abisal» de sus dientes; es, en otro caso, el «busero» que imagina promesas de amor en la estudiante que viaja a su lado; o «el viejo camarero» con su «bandeja cargada de cafés y decepciones» por no poder habitar nunca en «el jardín infinito de la carne» de aquellas a las que sirve. Ilusiones de amor en una poesía que se dispara desde lo concreto hacia el sueño imposible. Entre los poemas, hay alguno ciertamente excelente, como «Noctámbulo», reelaboración moderna del viejo tópico del carpe diem : «Vosotras que vivís, hipnotizadas / en la explosión histérica del baile... / no dejéis de saltar cuando los días / empiecen a posar, acompasados, / en el dulce diván de vuestro pecho / la sombra soberana de la muerte».

Navega esta poesía en otras direcciones también. Aparecen las primeras lecturas que despertaron la fantasía infantil o el recuerdo de una fiesta en la niñez: «Tengo seis años. Miro / la fiesta desde el borde del misterio. / Todo en el corazón se vuelve símbolo». Pero más que simbólica, la de Miguel Salas es una poesía situada: el primer verso indica casi siempre la situación (lugar, tiempo, circunstancia) de la que brota el poema: «Una chica dormita sobre un libro», «Entré en la biblioteca del colegio», «El polen viene y va, lleno de bosques», «El sol de invierno asedia las ventanas», etc. En la parte última del poemario, la situación conduce los poemas hacia valores sombríos, los del tiempo y la muerte, cediendo el poeta la voz a protagonistas como el viejo pescador o el hombre más viejo del mundo; pero, como poesía situada, incluso el pensamiento mortal necesita amarrarse a algo palpable. Así, en uno de los poemas, la reflexión sobre la gusanera de la muerte la provoca la entrada en el ascensor de una abuela con un ramo de violetas que pronto se ajará y un niño con un refresco cuyo envase durará más que su cuerpo.

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