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«Hay que ser justos con la melancolía»

l. Fernando Iwasaki rescata sus primeros libros de cuentos, «políticamente incorrectos». PAPEL CARBÓN (CUENTOS 1983-1993)Fernando IwasakiEditorial Páginas de Espuma. (Voces de la Literatura n0171). 272 páginas. 18 euros.

sergio caro

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ana mendoza
León

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Convencido, como buen latinoamericano, de que el cuento «da prestigio» y es «un arte mayor», el peruano Fernando Iwasaki rescata sus dos primeros libros de relatos en Papel carbón, una obra «predigital» y «políticamente incorrecta» porque en los años ochenta y noventa «todo lo era». Los relatos reunidos en esa nueva obra, que Páginas de Espuma publica estos días en España y que pronto irá a Hispanoamérica, son los de Tres noches de corbata (1987) y A Troya, Helena (1993), dos títulos que ya era «absolutamente complicado» conseguirlos. El primero vio la luz en Perú y el segundo, en Bilbao, «en una editorial que cerró».

«Ahora tendrán una segunda vida», dice «ilusionado» Fernando Iwasaki (Lima, 1961) en una entrevista en la que habla de estos relatos, escritos a máquina y con copias de papel carbón, que son «las partituras de una forma de escribir que ha sido abolida para siempre». Esa máquina era de su padre y estaba en su casa de Perú, «arrumbada en un rincón», e Iwasaki se la ha traído recientemente a Sevilla, la ciudad donde reside desde hace años.

Publicar ahora estos cuentos es «como un homenaje a aquel estilo de vida», y no es porque crea que «el tiempo pasado fue mejor; pero hay que ser justos con la melancolía», señala Iwasaki. El escritor hace, en el prólogo, «un guiño» a la era de Internet y recuerda que en los correos electrónicos «existe la posibilidad de enviar copia a otros destinatarios haciendo clic sobre las siglas ‘CC’, que vienen de la expresión inglesa Carbon Copy». En ese prólogo, cuyo tipo de letra imita al de las antiguas máquinas de escribir, el autor hace hincapié en lo que estos relatos «tienen de arcaicos, vetustos y decadentes». Y es que cuando los escritores miran hacia atrás y releen sus primeros libros, «lo normal, y lo sano, es verlos así, porque eso quiere decir que se ha cambiado y madurado».

Los de Papel carbón son cuentos «sin adherencias cinematográficas y cuyas bandas sonoras remiten a discos de vinilo; donde se fuma y se maltratan animales y —lo admito— con lamparones de prejuicios patriarcales y eurocentristas. Lo peor de mi educación sentimental, caramba», afirma este narrador, ensayista e historiador.

Y es que esos relatos pertenecen a una época en la que los escritores no se molestaban en ser «políticamente correctos», y en sus páginas hay «personajes homófobos y machistas». «Son tus personajes, no el autor, pero retratas a esa sociedad», comenta Iwasaki. Las cosas han cambiado y el autor menciona el ejemplo de Italia, donde «se cuestiona si en los colegios se debe leer la Divina Comedia , de Dante, porque consideran que este escritor era homófobo e islamófobo». El escritor reconoce que en sus primeros relatos se nota mucho la influencia de los escritores que más le gustaban y apenas se entrevé su propia voz. En ellos se palpa su admiración por Borges, Cortázar, Lovecraft, Ribeyro, Vargas Llosa o Bryce Echenique. En los relatos de Tres noches de corbata — el más antiguo lo escribió con apenas 22 años— estaban ya presentes los temas, el humor y las referencias culturales característicos de las obras del autor de España, aparta de mí estos premios o Una declaración de humor. Amante de los relatos desde que descubrió con ellos «la pólvora de la literatura», Iwasaki señala que todos los escritores hispanoamericanos le dan al cuento «una importancia que a lo mejor en España no se la conceden ni los medios de comunicación».

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