Diario de León
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Hija de una costurera y un estanciero que jamás la reconoció como suya, Eva Duarte de Perón fue tan amada como odiada. Sus enemigos trataron de borrar su huella de la faz de la tierra cuando, en 1955, Perón fue derrocado por un golpe militar y el general se exilió en Madrid, en el barrio residencial de Puerta de Hierro. Evita murió a los 33 años, el 26 de julio de 1952. La flaca se fue siendo un saco de huesos, consumida por el cáncer. La radio oficial informaba del deceso y daba cuenta del fallecimiento de la ‘jefa espiritual de la Nación’. Hubo quince días de duelo popular y el pueblo se echó a la calle con llantos desconsolados. ¿Idolatría?, ¿culto a la personalidad?, ¿histeria colectiva?

Felipe Pigna aduce en descargo del pueblo argentino que este se comportó igual que los británicos cuando murió Diana Spencer, aunque, puestos a comparar, el legado de Lady Di sale malparado con respecto al de la argentina. «Evita detestaba la beneficencia y las obras de caridad por considerarlas humillantes para sus beneficiarios», sostiene Pigna. Eva Duarte quería más justicia social y menos limosnas, según el historiador.

Los conmilitones que derrocaron a Perón inauguraron un periodo que bautizaron como ‘Revolución Libertadora’. Pronto quisieron borrar el rastro de Eva Duarte.

A partir de aquí comienza una historia que cuadra más con el realismo mágico de García Márquez que con la política. Para evitar que la sede del sindicato de la CGT, donde descansaba el cadáver de Evita, se convirtiera en un lugar de peregrinación de partidarios del peronismo, un comandó secuestro el cadáver de Eva Duarte. Los militares abrieron el ataúd y secuestraron el cuerpo. El cadáver viajó en un barco que partió el 23 de abril de 1957. La nave que transportaba el ataúd pasó por Santos, Río de Janeiro y Cartagena (España). Al final los restos mortales se enterraron en el Cementerio Mayor de Milán con el nombre de María Maggi Magistris. El cuerpo fue exhumado en 1971. Tres años después, cuando las hermanas de Eva vieron el cadáver, comprobaron que presentaba horribles mutilaciones. Tenía varias cuchilladas en la sien y cuatro en la frente, un gran tajo en la mejilla y la nariz hundida, entre otras cosas. Perón se casó en 1961 con María Estela Martínez, pero esa ya es otra historia. Pigna no sabe muy bien qué vio Perón en esta mujer. Afincada también en España, a principios de 2007 el Gobierno argentino solicitó su extradición a raíz de la apertura de varias causas por asesinatos políticos.

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