Diario de León

POESÍA

La única salvación

del lado de la vida. antología poética (1974-2014) Manuel Ruiz Amezcua Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2014. 368 páginas

Publicado por
josé enrique martínez
León

Creado:

Actualizado:

C uando los entonces «novísimos» exhibían un culturalismo extranjerizante, desdeñosos de la tradición hispana, un poeta de Jaén, Manuel Ruiz Amezcua, publicaba Humana raíz (1974), libro en el que con voz áspera poetizaba la condición del hombre como una condena, como «ceniza en vilo»; y lo hacía con versos rotundos, en sonetos en los que resonaban las voces graves del barroco (Quevedo) o de la tradición cercana (Hernández, Otero). Esa apuesta por lo humano, lo grave y el dolor le hizo recorrer una vía de disidencia, al margen de las modas poéticas de cada momento, como indica el prólogo de Muñoz Molina a la antología que reseño, muy amplia, pues recoge cuarenta años de poesía en un título significativo: Del lado de la vida.

El tiempo pone las cosas en su sitio. Ruiz Amezcua no es pasto de premios ni antologías, pero sí de reconocimientos de mayor calado, como el volumen de estudios publicado por Comares en 2012, con el título Singularidad en la poesía de Ruiz Amezcua: 600 páginas en su quinta edición que reiteran el carácter disidente y resistente del poeta jiennense, que en su segundo poemario, Dialéctica de las sombras (1978) adopta otros ritmos para verter la misma idea de sentirse «tristemente humano», de verse atado al «duro oficio de ser hombre». Esa misma línea de soledad y desesperanza prosigue en los libros siguientes: Oscuro cauce oculto (1984), Cavernas del sentido (1987) y Más allá de este muro (1991). Son obras que poetizan las «turbias realidades negras» que rodean al hombre, con «la noche larga» como símbolo oscuro de la vida. «Nada espero. Nada persigo», dice el poeta. Difícilmente puede sumirse el hombre en mayor decaimiento. La palabra es «la única salvación». En los siguientes libros abrió el poeta un nuevo ciclo: El espanto y la mirada (1992) y Las voces imposibles (1993). No mengua el sentido existencialista, pero el tono es más pacífico y sentencioso. Los poemas en octosílabos recuerdan la deriva hacia la canción de uno de sus mestros, Miguel Hernández, cuando la desesperanza carcelaria tiñó de trágica ternura su poesía. Dice ahora Ruiz Amezcua: «Las verdades más sencillas / dictan su verdad amarga, / como si fueran culpables / de tantísima desgracia». Fue una especie de remanso, porque en los libros últimos, Contra vosotros (2005) y La resistencia (2011), vuelve el poeta a su actitud acusadora, áspera y airada, redondeando así el ciclo entero de su obra lírica.

tracking