Diario de León

Personajes históricos en la intimidad

l El escritor británico Shaun Usher fisgonea en ‘Cartas memorables’. Filandó n una búsqueda casi, casi detectivesca hasta conseguir 125 cartas, han dado como resultado un libro, el primero de Shaun Usher, que permite al lector «fisgonear» en la intimidad de importantes personajes históricos

El escritor británico Shaun User ha indagado en la correspondencia de personajes como Isabel II

El escritor británico Shaun User ha indagado en la correspondencia de personajes como Isabel II

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carlos mínguez
León

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U n «fisgoneo legítimo», aclara Usher en una entrevista con Efe, que hace posible conocer a una Isabel II de Inglaterra ama de casa, además de soberana de la Commonwealth o a una enamoradísima Katharine Hepburn incluso después de la muerte del gran amor de su vida, Spencer Tracy.

Así como o el temor de unas fans ante la posibilidad de que la incorporación al ejército de su ídolo Elvis Presley suponga el afeitado de su icónico tupé y de sus largas patillas. Cartas memorables , editado con mimo por Salamandra, llega a las librerías españolas después de convertirse en un superventas en países como Reino Unido o Estados Unidos, y con el propósito, según su autor, de reivindicar una forma de comunicación entre las personas, la epistolar, que corre peligro de desaparecer.

«En los tiempos del whatsapp, de los sms, de la comunicación inmediata a través de las redes sociales, escribir una carta -reconoce Usher- se ha convertido en una rareza. Pero quiero ser optimista, cuando aparecieron el teléfono o el telégrafo también se dijo que iba a desaparecer. Y luego no fue así».

Usher, una «rara avis», pues sigue escribiendo cartas, «una decisión consciente», recalca, confía en que permanezca «un núcleo de interés» por la escritura de cartas, porque, entre otras ventajas, supone muchas veces un disfrute para quien las remite y para quien las lee.

«Nos comunicamos más que nunca, de muchas maneras a lo largo del día, pero hemos perdido profundidad en esa comunicación, es más superficial a la hora de transmitir sentimientos», continúa Usher, para quien, además, se perdería «un fondo documental histórico de grandísima importancia».

Y aunque en muchas ocasiones crea que «predica en el desierto», al seguir defendiendo la necesidad de comunicarnos por carta, sí tiene claro que «muchos millones de personas siguen disfrutando con ellas».

Prueba de ello, destaca, son los millones de visitantes a su web, Letters of Note, donde cuelga los «tesoros» epistolares que poco a poco va descubriendo y rescatando del olvido.

En todas y cada una de las 125 cartas seleccionadas para el libro, de entre un millar custodiadas casi siempre en museos y archivos públicos o privados, «hay una sorpresa», una historia «que unas veces conmueve, otras nos hace sonreír, otras reflexionar,... Son cartas -recalca- que nos permiten conocer más a la persona que al personaje».

Así, una de 1960, escrita de puño y letra por la Isabel II y con membrete de su «hogar», el palacio de Buckingham, nos permite saber que a la monarca británica le gusta cocinar. En ella le envía al entonces presidente de los Estados Unidos, Eisenhower, «su» receta de los bollitos (scones) que ella misma hornea para la hora del té, y que el mandatario probó en una visita al castillo de Balmoral.

Carta Real a la que sigue en el libro otra escrita «desde el infierno» por Jack el Destripador y dirigida a Mr. Lusk, presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel, el barrio londinense escenario de sus asesinatos, y que acompañaba al riñón de una de sus víctimas.

En otra carta, también manuscrita, la reina de Escocia, María Estuardo, comunica a su cuñado Enrique III de Francia que va a ser ejecutada, aunque entre las más desgarradoras está la que la escritora Virginia Woolf envió a su esposo, Leonard, poco antes de quitarse la vida. «Ya no puedo luchar más», le dice.

Hay cartas de Groucho Marx a Woody Allen -«por el amor de Dios, no tengas ya más éxitos: me pone de los nervios», le escribe el primero al segundo- y otra firmada por el único sobrino de Hitler, Patrick, en la que le pide al presidente Roosevelt que le permita enrolarse en el Ejército estadounidense para luchar contra su sanguinario tío.

Roosevelt, su «buen amigo», es el destinatario de otra misiva, escrita en un inglés un tanto chapucero por un casi adolescente Fidel Castro, mientras que otro presidente estadounidense, Eisenhower, es requerido por un grupo de fans para que, «¡por favor, por favor!», Elvis Presley no pierda ni patillas ni tupé. «Nos moriremos si se las afeitan», firman Linda, Sherry y Michie.

Cartas de amor y desamor, sobrecogedoras, irónicas, emocionantes o inteligentes,...o suplicantes, como la que en 1939 Gandhi envió a Hitler pidiéndole que evite la guerra «por el bien de la Humanidad».

Shaun Usher, a quien no le gustaría, reconoce, ver publicadas alguna de sus cartas personales, «más que nada porque no son ni poéticas ni líricas, y sí poco depuradas», trabaja ya en un segundo volumen, que incluirá alguna carta «en español».

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