Diario de León

poesía

Me ha dolido tu ausencia y te he nombrado

lo que tu nombre tiene de aventura David Hernández Sevillano Hiperión. 64 páginas.

Publicado por
josé enrique martínez
León

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M e ha dolido tu ausencia y te he nombrado», dice uno de los primeros poemas de Lo que tu nombre tiene de aventura , del segoviano David Hernández Sevillano. Es su sexto libro de poesía. Uno de los anteriores, El peso que nos une (2010) fue reseñado en su día en Filandón. El verso citado sugiere la temática amorosa del poemario reciente, con destinatario interior, ese tú cuyo nombre, pese al título, se elude. El nombre que propicia la aventura amorosa navega por el alma del poeta e inspira sus versos. Pero el amor es cosa de dos. Lo sabía bien Lope de Vega cuando ante las largas que le da una mujer inventa genialmente una palabra: «Siempre mañana y nunca mañanamos». El poeta segoviano escribirá: «somos tú y yo». La reciprocidad es propia del amor. El poemario es la expresión de un sujeto en el que habitan el amor, los recelos y también el desamor entre el tú y el yo.

La temática amorosa hace aflorar los más variados sentimientos, unidos a circunstancias en las que hubo momentos felices y malos momentos, insomnios, miedos, «daños colaterales»... No es el tiempo el asunto del poemario, pero se respira su fluencia; el tiempo que «con su andar tan rotundo / poco a poco desgasta». El presente está en el título del libro, pero los versos nos hablan del pasado, echando de menos «lo que tu nombre tuvo de aventura». Tampoco es la muerte la cuestión del libro, pero el poema acaso más soberbio habla de ella. Se titula Lo que no habrá , y me recuerda El viaje definitivo de J. R. Jiménez: «Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros / cantando». El poeta segoviano escribe: «Y habrá un febrero más / con nieve en el jardín...». Es el futuro adivinado tras la muerte del poeta: «Amor, te estoy hablando de la muerte / por si no quedan sílabas a mano / cuando llame a mi puerta». En los dos poetas la naturaleza permanece impasible ante la muerte.

La poesía de Hernández Sevillano fluye sin asperezas rítmicas ni verbales, acompasada a los sentimientos. Tal vez por ello hay cercanía comunicativa. Asoma a veces tenue melancolía por el tiempo que ha pasado, porque aflora el recuerdo con alguna herida... Una melancolía que deriva hacia la tristeza en los poemas finales, los de la despedida y la ruptura, con poemas conmovedores como «Desde el andén opuesto», ese andén desde el que una mujer mira, reprocha y se aleja, dejando tras de sí el dolor «cuando el verbo querer / se conjuga en pasado».

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