Diario de León

Renovada radiografía a Franco

l Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea, reedita con «ajustes y añadidos» la biografía que escribió para lectores ingleses. «No vamos a vencer al franquismo haciendo escarnio con sus huesos», dice Moradiellos, para quien Patrimonio nacional «no debería mantener la tumba de un dictador»

El catedrático Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) ha actualizado su biografía sobre Franco

El catedrático Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) ha actualizado su biografía sobre Franco

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concha barrigós
León

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H abría que sacar los restos de Franco de la basílica del Valle de los Caídos y también permitir a su familia que decida dónde quiere depositarlos: «No vamos a vencer al franquismo haciendo escarnio con sus huesos», asegura en una entrevista el historiador Enrique Moradiellos, autor de Franco. Anatomía de un dictador .

Moradiellos (Oviedo, 1961), Premio Nacional de Historia en 2017 por Historia mínima de la Guerra Civil , escribió Franco. Anatomía de un dictador en 2016, destinado a lectores británicos «cultos e interesados pero no especializados», y que ahora se ha traducido al español revisado y con «ajustes y añadidos».

«Nadie podía pensar hace dos años que estuviéramos viviendo este momento ahora. El contexto cambia las cosas pero el libro no está escrito para esta coyuntura ni por esta coyuntura», precisa el autor, actualmente catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura.

Sobre la polémica sobre el enterramiento de Franco, circunstancia que él no trata en el libro, cree «desde hace tiempo» que el Valle de los Caídos «no es un buen lugar» para su inhumación y sostiene que, «probablemente», acabó allí por decisión de quien controlaba el proceso de sucesión, no de la familia que, por lo que él sabe, siempre manejó la ubicación del cementerio de Mingorrubio, en El Pardo.

El historiador entiende que Franco no debería estar enterrado en el Escorial porque es una basílica ideada «para los caídos», y él falleció en su cama del hospital; porque está inhumado en el trascoro de la iglesia y eso la convierte en el «mausoleo del líder victorioso, algo demasiado sectario» y porque Patrimonio Nacional «no debe mantener la tumba de un dictador».

«Habría que sacarlo pero habría que haberlo hecho hace tiempo por un acuerdo transpartidista, no utilizando este muerto como arma arrojadiza. También digo que en la tradición antropológica humana el cuidado de los muertos es un mandato y eso requiere mucho cuidado», advierte Moradiellos, que recuerda que no debería haber tampoco fosas comunes con los muertos en la Guerra Civil.

El Estado, afirma, «tiene que ayudar a la exhumación de esas fosas comunes y que los familiares luego hagan lo que quieran con los restos». Las «culpas» de los muertos, argumenta, «no las hereda la familia», que debe «decidir libremente lo que quiere hacer con los restos. No vamos a vencer al franquismo haciendo escarnio con sus huesos. Tener una pelea por el destino de unos huesos me parece esperpéntico», defiende.

Franco. Anatomía de un dictador (Turner) se estructura en tres capítulos: el perfil humano y la trayectoria vital —«El hombre, una biografía básica»—; las bases sociopolíticas y jurídicas de su extraordinario poder como dictador absoluto —«El caudillo: un dictador carismático»— y el carácter y naturaleza de su dictadura de poder personal —«El régimen: una dictadura compleja»—.

El franquismo, afirma, no es una etapa histórica aneja a otra sino derivación de la Guerra Civil, un conflicto «en el que mucha gente de un lado y de otro quiso llegar a las armas». A los lectores ingleses, explica, lo que más les ha chocado es la identificación de Francisco Franco (1892-1975) «con la divina providencia», porque la suya es una sociedad «secularizada».

Caudillo de España por la gracia de Dios, generalísimo de todos los ejércitos, enviado de la divina providencia, supremo capitán de la raza, césar invicto, salvador de la patria, ángel custodio del imperio español... son solo algunos de los honores que detentaba el dictador.

el ‘Superhombre’

«Toda esa literatura bombástica, de exaltación, que construía casi a un superhombre era manifiestamente exagerada y en pocos años, cuando, por ejemplo, se pierde Marruecos, se vio que eso no era así, pero todo eso generaba una doctrina que servía para situar al personaje», detalla.

La propia muerte de Franco, la madrugada del 20 de noviembre de 1975, fue resumen de la exageración y de las contradicciones de los últimos años en España: asistido por las más modernas máquinas en su cama estaba el manto de la Virgen del Pilar y la mano momificada de Santa Teresa, como recuerda el historiador asturiano.

En su libro, que acaba de salir a la venta, ha tenido que adaptar algunas cosas para el público español —«no puedo decir, por ejemplo, que Franco nació en una región del noroeste español, lógicamente»—, pero también ha seguido el consejo que le dio la editorial, es decir, que quizá había que explicar Francisco Franco a los españoles «como si fueran ingleses».

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