Diario de León

EL TERRITORIO DEL NÓMADA

Redoble de tambor

HOY SE CUMPLEN SESENTA AÑOS DE LA MUERTE EN MADRID DE VÍCTOR DE LA SERNA Y ESPINA (1896-1958), HIJO DE CONCHA ESPINA, PERIODISTA NAZIFICADO QUE SE NEGÓ A PUBLICAR EN INFORMACIONES LA DERROTA DE HITLER, MÁS TARDE PREGONERO DE LOGROS FRANQUISTAS. divergente

Imagen de juventud del escritor Víctor de la Serna

Imagen de juventud del escritor Víctor de la Serna

Publicado por
ERNESTO ESCAPA
León

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Todos los preliminares de Víctor de la Serna tienen la demasía del himno alemán Yo tenía un camarada, que los falangistas adoptaron como sintonía para sus entierros, añadiéndole un estrambote visionario: En España empieza a amanecer. Años al redoble del tambor. Sin embargo, no puede decirse que el hijo mudara de piel con la facilidad de la madre, quien había dado el relevo a la Pardo Bazán en el pebetero de la literatura femenina, hasta el punto de rozar el Nobel en 1926, cuando tuvo un voto menos que la ganadora Grazia Deledda. Cultora de una novela edificante y propensa al folletín, después de años de relación escandalosa con el engolado Ricardo León, que desvela su biógrafo Cansinos, participa en la fiesta de la República, donde su hijo Luis izó la bandera tricolor en Cibeles, funda la asociación de amigos de Rusia, se divorcia, es embajadora de la República en Perú, y con la resaca se afilia a Falange en 1936.

Su segundo hijo, Víctor, había estudiado magisterio y ejerció como inspector de primaria en Madrid, Toledo, Oviedo y Santander, donde brota su vocación periodística, fundando los diarios efímeros El faro y La región, hasta que es reclamado por Aznar para incorporarse a El Sol, en Madrid. Los avatares republicanos de El Sol lo conducen hacia Informaciones, propiedad entonces de Juan March, dirigido por Pujol y financiado por la embajada alemana, como vehículo antisemita de ideología filonazi. Al comienzo de la guerra civil, Víctor de la Serna aparece en Salamanca, donde colabora con Millán Astray y Giménez Caballero en los servicios de prensa y propaganda. El 1 de enero de 1937 carga sobre sus hombros, junto al tenor Fleta y a los periodistas Obregón y Díaz Ferrer, todos con camisa azul y correaje, el féretro de Unamuno. Abandona Salamanca hacia San Sebastián a raíz del decreto de unificación falangista, después de mojarse con Hedilla, a quien califica pocos días antes de su detención como «uno de los personajes más importantes del mundo» . Ya en San Sebastián y para protegerse de la desmesura, se afana en la provisión de retórica falangista, que propaga desde las revistas azules Vértice y Jerarquía y desde el Abc sevillano. El 19 de mayo endosa el bombardeo de Guernica a los separatistas vascos y poco después alardea de su invento del poético sobrenombre del Ausente para referirse a José Antonio.

Pero toda esta travesía fue nada si se compara con su posguerra en Madrid, a la que se incorpora en 1939 como director de Informaciones, diario germanófilo y portavoz de la embajada nazi en España, que fue el único de la hemeroteca universal que ignoró la noticia de la derrota de Hitler.

En 1941 y en 1943 viajó personalmente a Berlín. Una vez conocido su suicidio, lo despide en portada del 2 de mayo de 1945 como «hijo de la iglesia católica que ha muerto defendiendo la cristiandad». Y prosigue: «Muere Adolfo Hitler por la libertad de Europa… La guerra contra el bolchevismo entra en la fase de la victoria. Dios está con los paladines. Y en el cielo hay fiesta mayor». Son años de proclamas profusas, girando el incensario hacia Franco, como caudillo salvador de España, y a su aliado yanqui, hasta que le dan la boleta de Informaciones y emprende la fundación del diario La tarde (1948-49), empeño efímero de muy buena prosa que lo arruinó. Le quedan los réditos y relaciones de tantos años de fervor y entrega a facilitar el pasaje por España hacia Sudamérica de antiguos nazis. Primero, a través de la red Grille, y más tarde de Odessa.

En esa órbita de complicidades, actúa como testigo de la boda, en 1954 y en El Escorial, del legendario Caracortada, Otto Skorzeny (1908-1975), el jefe de operaciones especiales de Hitler que liberó a Mussolini en 1943. Se casa con Ilse Lühje, divorciada y sobrina del ministro de finanzas hitleriano. Con esos respaldos, que en aquella España eran sagrados, recibe el nombramiento, por el marqués de Luca de Tena, como corresponsal para España de Abc, con la encomienda de salir en su busca y mostrarla: no a gozarse en su atraso, ni a hurgar en su pobreza, ni hacer tremendismo, tampoco a recorrerla como un geógrafo, ni siquiera como solamente un artista. «A España –escribió— hay que enseñársela a los españoles periodísticamente. Solo nosotros estamos calculados para la explicación popular de la universalidad española… ¡hay que echarse al camino, director»!

El viaje empieza en Malacoria, que su adivinación poética sitúa en el Concejo de Mazcuerras (entonces bautizado Luzmela, por la novela de su madre) el 21 de mayo de 1953. Lugar de partida de los repobladores foramontanos, que en fecha remota y a toque de bígaro se pusieron en marcha, con sus azadas y sus arados, sus vacas rubias con cornamenta de lira, sus rezos y su tosco romance ladino: «esa gente fortísima de España que todavía está en marcha por el ancho mundo».

Sigue su crónica deslumbrante por Burgos, Palencia, Zamora, León (9 crónicas, de la capital a Valdeón, pasando por Luna, Laciana y Astorga), Liébana y Asturias, para concluir con un retal referido a las lentejas babianas, «que son pocas, pero las más finas de España». La ruta de los foramontanos del Nuevo viaje de España (1955), prologada por Marañón, tuvo continuidad póstuma en La vía del calatraveño (1960) y en la colecta de artículos España, compañero (1964), volúmenes todos trenzados con buena pluma descriptiva de observaciones virgilianas e ilustradas. También salpicados de pullas reveladoras de una mentalidad patán y cafre, que no quiso evitar, como la deslizada en Benavente sobre la polémica, «que los rojillos gustaban de llamar controversia».

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