Diario de León

FILANDÓN / LA ENTREVISTA

«El periodismo nunca ha sido tan importante»

El periodista Vicente Vallés sostiene que el enfrentamiento de Rusia y Estados Unidos ha dejado de tener como protagonista los campos de batalla para centrarse en la desinformación de las redes «Ha habido intentos de la mafia rusa de corromper a las estructuras del Estado en España». «La propia democracia liberal genera sus propios enemigos, con derecho constitucional a ser como son»

El periodista Vicente Vallés en un momento de la entrevista en el Palacio del Conde Luna.

El periodista Vicente Vallés en un momento de la entrevista en el Palacio del Conde Luna.

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CRISTINA FANJUL | LEÓN
León

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Vicente Vallés presenta en León su investigación El rastro de los rusos muertos (Espasa), un ensayo periodístico en el que desvela el tablero de ajedrez en el que se desenvuelve la guerra fría, un nuevo mundo en el que las batallas se libran en un mundo invisible y cuyos soldados no portan armamento tradicional sino lenguaje matemático para realizar ataques cibernéticos.

—¿Quiénes son los rusos muertos?

—Son muchos. En realidad, voy a releer el libro para hacer la lista y el número pero hablamos de decenas cuya muerte es extraña o no ha sido suficientemente explicada o bien es muy clara y atiende a una motivación política evidente.

—Y son reales.

—Absolutamente. No es una novela, es un libro de investigación periodística. Todos los datos que aparecen son comprobables y esa es la parte que más puede interesar al lector porque no es un relato de ficción sino un reportaje periodístico con muchos datos.

—¿Cómo encuentra el hilo para desenredar la madeja de acontecimientos?

—Es casi una secuela del libro anterior sobre la victoria de Donald Trump en las elecciones americanas. Seguí muy pendiente de las injerencias rusas y a raíz de esa curiosidad periodística vi, al cabo de unos meses, que habían tenido lugar una serie de acontecimientos muy extraños que puestos en común ofrecían una imagen de que realmente permitía pensar que algo estaba pasando. Es entonces que comienzo a hacer una investigación más exhaustiva hacia atrás.

—¿Cómo comienza el libro?

—El primer episodio es una sospechosa muerte de un alto funcionario ruso en el consulado de Rusia en Nueva York la misma mañana de las elecciones americanas, el 8 de noviembre de 2016.

—¿Hasta qué punto el Gran Hermano ruso en Occidente es real y dónde comienza la leyenda urbana?

—Eso está ocurriendo. No hay nada de leyenda en el intento de Rusia de entrometerse, dentro de sus posibilidades, en los asuntos de los países occidentales. Es un dato cierto. ¿Hasta dónde llega la importancia de esa injerencia? Pues ahí ya sí que podemos entrar a analizarlo. Desde luego fue muy importante en las elecciones americanas aunque creo que Donald Trump no es presidente de Estados Unidos únicamente por la injerencia rusa. Ayudó y se suma a otros elementos. Injerencia rusa en los asuntos occidentales hay. A veces es muy exitosa, como en el caso de Estados Unidos, y otras veces, menos. Lo importante es la decisión política de realizar estas maniobras políticas de interferencia.

—¿Hasta qué punto los ciudadanos somos responsables de lo que pasa?

—Los ciudadanos interesados en las cuestiones políticas y sociales que quieran tener información fidedigna, que sea cierta, deben atender muy especialmente no a las redes sociales sino a los medios de comunicación tradicionales. En las redes sociales es muy difícil saber lo que es cierto y lo que no lo es. Los medios de comunicación hacen de filtro de las noticias falsas. Por supuesto, cada medio tiene su línea informativa y puede darle más importancia a unas cosas que a otras. Por eso yo siempre recomiendo informarse por los medios tradicionales y no sólo por uno sino por varios, de modo que haya numerosos puntos de vista sobre una misma noticia para crear su propio criterio. Creo que es la manera responsable de evitar ser víctima de los bulos, de las noticias falsas, y de las noticias medio ciertas, esas que en su seno llevan parte de verdad, lo que hace que sea difícil saber cuál es cuál.

—¿Y la responsabilidad del periodista dónde queda?

—La responsabilidad del periodista es ofrecer información cierta a sus lectores, oyentes o espectadores. ¿Es sencillo? No, desde luego no lo es. Hay momentos, como ocurre ahora, que hay un bombardeo de noticias falsas circulando por las redes sociales y no siempre es fácil discernir aquello que es cierto de lo que no lo es. Pero ese es precisamente el trabajo del periodista, lo que hace que ahora mismo el periodismo sea más importante de lo que nunca ha sido. Estamos en una batalla entre la información cierta y la información falsa y eso hace que nuestro trabajo sea más delicado y más importante para la sociedad. Es verdad que estamos en un momento de dificultades económicas en las que el periodista no está en la mejor de las situaciones, pero aún así tenemos esa responsabilidad con nosotros mismos y con la sociedad a la que servimos.

—Hay una película, ‘Brexit’, que refleja de manera magistral hasta qué punto la desinformación manda en la democracia. ¿Ha pasado en España y pasará en estas elecciones?

—Yo no creo que estemos en una situación similar a la del Reino Unido en el momento del Brexit. Para empezar porque normalmente donde las sociedades se polarizan es en los referéndum, ante un voto sí o no, en el que no hay matices. Ante esas situaciones, la desinformación se mueve como pez en el agua porque puede generar titulares exagerados. Aveces, medio ciertos y a veces falsos que tienden a halagar los oídos de quienes están deseando escuchar algo así, sea o no cierto. Y efectivamente eso extrema las posiciones y favorece las posturas más radicales. El riesgo siempre existe. Vivimos una situación polarizada porque siguen pareciendo partidos con capacidad para obtener representación en el Congreso. Vamos a vivir tensiones políticas muy fuertes ahora y después de las elecciones porque será difícil conformar un Gobierno.

—Pero ¿no cree que Cataluña actúa de algún modo como polarizador? ¿No considera que el procés es nuestro Brexit?

—Ese va a ser un elemento muy principal, sin ninguna duda y en muchos aspectos casi definitivo para que algunos españoles decidan su voto. Eso polariza, desde luego, tanto en Cataluña como en otros lugares. En el ámbito catalán vamos a tener un efecto sin ninguna duda. Es una desgracia que sea así porque estaría muy bien que pudiéramos ocuparnos de otros problemas, como el paro, por ejemplo.

—¿Qué influencia cree que ha tenido Putin en todo esto?

—Yo no he hecho una investigación específica. El País lo hizo y detectó un bombardeo de noticias falsas desde medios rusos controlados por el poder político ruso en la fecha del 1 de octubre. De manera que intento ha habido, pero creo que no ha sido una influencia determinante. Desde luego, no creo que esa injerencia haya tenido el mismo efecto que con las elecciones norteamericanas.

—¿Cómo se arma un Estado contra los ciberataques de otros países?

—Aunque no la conozcamos con detalles, los servicios de inteligencia occidentales están trabajando en esto cada vez más. Yo creo que ahora necesitamos menos agentes 007 y más expertos en ciberseguridad, más hackers de los buenos. El espionaje ha evolucionado y ahora utilizar el poder de la información y generar problemas en otros a través de la desinformación es lo que de verdad está en el top del trabajo de los servicios de inteligencia en casi todos los países.

—¿Cómo opera Rusia en este sentido? Hay muchos focos a los que podemos mirar: Venezuela, por ejemplo, el yihadismo, por ejemplo, el desgaste de la OTAN desde la llegada de Trump, por ejemplo…

—Es verdad que en Rusia hay cosas que funcionan muy mal. No es un país con un sistema económico que genere riqueza para su gente, los servicios sanitarios son realmente deficientes. Sin embargo, los servicios de inteligencia funcionan muy bien desde los tiempos de la URSS y los objetivos son muy claros. Lo eran entonces y lo son ahora. Han sabido adaptarse muy bien a los nuevos mecanismos sociales y a las nuevas tecnológicas, que no son creadas en Rusia. Han sabido utilizar Facebook, por ejemplo, en su beneficio. Putin no quería que Trump fuera presidente, yo creo que lo que quería era que tuviera una presidencia debilitada. Luego se encontró con que Clinton ni siquiera fue presidenta. Quien no tiene la conciencia clara de lo que está ocurriendo puede caer en la desinformación.

—Una de las maneras del Kremlin para entrar en Occidente es a través de la mafia. ¿Dónde termina Putin y dónde empiezan ellos?

—Ha habido varios intentos de los tribunales españoles. Yo hablo de un fiscal español, José Grinda, que ha hecho varios trabajos en este sentido y ha conseguido llevar ante la Audiencia Nacional a algunos mafiosos. Cuento el caso en el que se reunió con el espía ruso Aleksandr Litvinenko, que luego fue envenenado. Litvinenko le dio mucha información acerca de los mafiosos rusos que estaban en la Coste del Sol. Allí siguen algunos. Ojo, no todos los rusos que están en España son mafiosos ni son oligarcas, pero hay algunos que sí lo son. Y desde los años noventa hasta ahora, allí están. Ha habido intentos de los tribunales españoles de llevarles ante la Justicia. Algunos de ellos han acabado en juicio y condenados y otros, no.

—Su capacidad de convertirse en caballo de Troya, de corromper al Estado ¿es un riesgo real?

—Si, claro que lo es. Ha habido algún intento. Hay un libro especifico que habla sobre esto: Palabra de Vor. Un vor es un general en la mafia. Esta investigación explica muchos casos y lugares. Es un riesgo que hay que tener en cuenta porque hay numerosos casos de trata de personas, tráfico de armas, blanqueo de dinero…

—Lo digo porque hay una especie de campaña de blanqueamiento de todo lo relacionado con Rusia y hay muca gente que compra la imagen de Putin.

—Tanto hacia la extrema izquierda como hacia la extrema derecha hay una cierta admiración por los líderes fuertes, aquellos que mandan y que se nota que lo hacen. Vladimir Putin tiene esa imagen y ha generado seguidores en partidos europeos. Es una realidad. El líder fuerte tiene un gran tirón en Rusia desde la época zarista. Por eso, Putin encarna ese tipo de líder que gana las elecciones sin despeinarse. Ha tenido mucho éxito en Polonia, en Hungría, donde gobiernan partidos que siguen esa estética, esa línea. En Occidente también ocurre. Hay admiración en los extremos hacia la manera de hacer política de Putin.

—Europa vive un momento decisivo y hay un peligro de que se desintegre, En todo esto, Rusia es aún más peligrosa.

—Ciertamente la idea de Europa está sometida a tensiones muy fuertes y es muy probable que después de las elecciones de mayo tengamos un Parlamento Europeo con un mayor número de diputados antieuropeos. El euroescepticismo ha crecido mucho. No es extraño que surjan este tipo de fuerzas políticas antieuropeas. Creo que hay que seguir luchando por esa idea de una Europa unida y democrática.

—¿Hasta qué punto la idea de Europa es su propio talón de Aquiles?

—Habría que profundizar pero la propia democracia liberal genera sus propios enemigos, con derecho constitucional de ser como son. El enemigo forma parte del propio sistema liberal. El problema es cuando esas propias ideas empiezan a tener gran aceptación popular y un gran número de votos. Esos sectores extremistas crecen.

—El ejemplo de las tensiones españolas puede ayudar a Europa a gestionar este problema.

—España es un país muy importante en Europa y si finalmente el Reino Unido se marcha finalmente lo seremos más. Se marcha una gran potencia. España es un país al que se mira, por supuesto, para ver qué puede pasar aquí. Así que, si, estarán muy atentos a lo que pueda pasar.

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