Diario de León

Una importante, rica y dulce tradición industrial

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Maestros chocolateros de Astorga

José Luis López García. Centro de Estudios Astorganos «Marcelo Macías» (col. Biblioteca de Autores Astorganos), Astorga, 2008. 146 pp.

ALFONSO GARCÍA

Al margen de los porqués de la desaparición de la industria chocolatera en Astorga que el autor apunta en el Epílogo , lo cierto es que el nombre de la capital maragata se asocia, entre sus notables delicias gastronómicas, al chocolate ( chocoatl = agua de cacao o agua amarga), que tanto protagonismo tuvo aquí y parte de cuya memoria se conserva en el Museo del Chocolate de la ciudad.

Preocupado siempre por los temas astorganos y maragatos, y según esa máxima no escrita de que un tema remite a otro, el autor preparaba un trabajo sobre Comercio e Industria en Astorga cuando se le cruza el chocolate: «Era evidente -“escribe en el Prólogo - que la existencia de tanto chocolatero en una pequeña ciudad del interior como Astorga provenía de unos orígenes que tendría que descifrar».

Fruto de esa preocupación es este trabajo, que, después de buscar la conexión del -˜manjar divino-™ en la presencia de numerosos astorganos en la conquista de México, hace un recorrido por el cacao (en su llegada a la ciudad tuvieron mucha importancia los arrieros maragatos) y por el chocolate, que llegó a Astorga -“«¿pionera?», se pregunta- «en una fecha indeterminada del siglo XVII». Lo cierto es que, frente a las dos fábricas astorganas de la actualidad -“tres, en total, en la provincia-, el año 1925, por ejemplo, registra 15 fabricantes mecanizados y 33 elaboradores con la piedra.

El corpus central del trabajo lo constituye el capítulo dedicado a «Maestros chocolateros», cuyos primeros nombres, mientras no se encuentren documentos anteriores, se encuentran en el Catastro del Marqués de la Ensenada. Después la historia se enriquece (el siglo XIX supone la eclosión de importantes fábricas), tal como muestra López García en este capítulo, trazando la trayectoria de las sagas familiares dedicadas a estos menesteres que tuvieron larga duración. Si la actividad en sí ya es una referencia importante de la historia de la ciudad, tampoco cabe duda de que «algunos chocolateros -“los más importantes- influyeron de forma decisiva en las diversas facetas de la vida ordinaria».

Hay un capítulo dedicado a la imprenta, la litografía, el cartelismo-¦, tan necesarios en la promoción del producto. Muchos de ellos, curiosos e históricos, al margen de los que van apareciendo intercalados en el texto, ocupan buena parte de los cuatro interesantes apéndices: Cartas comerciales y membretes de chocolateros astorganos; Envolturas, publicidad y otros documentos; Algunos fabricantes y marcas de chocolate en España; Fabricantes y marcas actuales de Astorga.

En fin. Lectura muy entretenida que nos permite conocer brevemente la historia del chocolate y, sobre todo, su presencia en Astorga, un aspecto notable de la rica historia de la ciudad.

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