Diario de León
Mercedes concebía el 190 SL como un «pequeño» biplaza elegante y deportivo.

Mercedes concebía el 190 SL como un «pequeño» biplaza elegante y deportivo.

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En el «ADN» del nuevo SLK se advierten algunos de los rasgos, modernizados y puestos al día, de uno de los roadster (biplaza descapotable) que hicieron historia y marcaron pautas en los catálogos de la estrella plateada a mediados de los cincuenta: el SL 190, germen para la popularización de aquella otra estrella que sería el icónico 300 SL «Alas de gaviota».

Si los actuales SLK se han convertido en arquetipo de modelos descapotables con techo retráctil, la perseverancia de Maximilian Edwin Hoffman, comerciante americano con raíces austriacas e importador de automóviles europeos al Nuevo Continente desde 1946, acabaría por convencer (1953) a la junta Directiva de la Daimler-Benz para que, además del exclusivo 300 SL, se construyera otro modelo deportivo más asequible para el mercado norteamericano.

Objetivo: entusiasmar, con el 190 SL, a la clientela de más allá de océano con un, también elegante roadster , a precio moderado y con, desde luego, la reputación de la marca.

Tras sólo cinco meses de desarrollo, el 6 de febrero de 1954 se presentaba en Nueva York, junto a su hermano mayor el 300 SL, el 190 SL que, a diferencia del aquel, el pequeño no obedecía a un concepto de deportivo de pura raza. Se trataba, más bien, de un elegante biplaza para viajes y para el uso diario, aprovechando el chasis autoportante del Mercedes 180 -aunque con menor longitud- mientras las suspensiones eran una combinación de las que montaban los modelos 180 y 220.

Para moverlo, el fabricante lanzaba un nuevo tetracilíndrico de 1.9 litros y 105 CV, con árbol de levas en cabeza, cuya punta superaba los 170 por hora y que aceleraba de cero a cien en 14 segundos.

En mayo de 1955 comenzaría la producción en serie del 190 SL, que saldría a la venta en versión roadster con capota y como un coupé con techo rígido desmontable, tanto con capota como sin ella en esta segunda posibilidad.

El 190 SL estaría en producción hasta 1963 (25.881 unidades saldrían de la factoría de Sindelfingen) y entre su nómina de celebridades cabe contar a Grace Nelly y Frank Sinatra, que lo conducían en la película «Alta sociedad».

Así que, varios decenios más tarde-¦ ¿por qué no dar un hermano pequeño al Clase S? Un roadster compacto muy bien podría dar un decisivo impulso deportivo a la marca.

Además, también era fácil encontrar un acrónimo para el nuevo modelo: SLK, tres letras que representaban -y siguen haciéndolo- los tres atributos del biplaza descapotable: deportivo, ligero y corto. Incluso hacían pensar en los éxitos deportivos cosechados por Mercedes-Benz en los años 20 y 30 del siglo XX.

Los incondicionales de la estrella plateada ya veían entonces (mediados de los noventa) al SLK como «una promesa», la de un sugestivo roadster, pequeño y económico, capaz de brindar tanto placer de conducción como los grandes .

En el Salón de Turín de 1996, la promesa se hacía realidad con el anuncio de la producción en serie del SLK -conocido en clave de fábrica como «R170»-, a la vez que su techo metálico retráctil abría nuevos caminos a la practicidad de un descapotable-¦ «utilizable todo el año».

A partir de ahí, dotado de motores que subían de potencia en cada nueva versión y con el mecanismo de apertura-cierre de la capota cada vez más optimizado, el SLK acabaría por hacerse con un hueco, y no pequeño, en el corazón de los incondicionales-¦ y de quienes comenzaban a serlo.

Diferentes evoluciones del concepto SLK y, sobre todo, la llegada en 2008 de una versión dotada con el motor V6 de 305 CV y un nuevo diseño de frontal y zaga, acaban por situar al SLK en clave icónica en los catálogos de la marca.

Una estela que continúa la actual gama SLK -»R172» en clave de fábrica-, presentada en pasado mes de enero y que ahora desembarca en los concesionarios potenciando, eso también, sus mimbres estéticos y de placer de conducción.

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