Diario de León

Recuerdos de la infancia

Juguetes que marcaron una época y la niñez de muchos españoles pueden verse ahora en la exposición que alberga el edificio Botines

Algunas de las muñecas más populares de los años 50, 60 y 70; varias piezas de juguete de un rancho

Algunas de las muñecas más populares de los años 50, 60 y 70; varias piezas de juguete de un rancho

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León

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Echar un vistazo a los juguetes de siempre, a los que pertenecieron a nuestros padres y abuelos, a aquellos que dejaban espacio a la imaginación. Ese es el objetivo de la exposición que, bajo el título ¿A qué jugábamos? alberga el Edificio Botines de Gaudí. En ella no sólo se hace un repaso por la historia del juguete español, sino también un recorrido por lo que fue España.

Y es que el impacto de la Guerra Civil, la llegada del plástico o el boom de nacimientos en los años 60 se reflejan también en los juguetes antiguos. Es la historia de un país a través de 135 años de juguetes que ponen de manifiesto tendencias y formas de vida. Las muñecas Pepona vestidas de republicana y nacionalista dan buena cuenta de ello.

La colección privada de José Antonio Quiroga y su esposa, Covadonga Monte, ha llegado a León para quedarse hasta el 2 de mayo después de recorrer varios puntos de España. Su éxito es innegable, como atesoran las cerca de 70.000 visitas que ha recibido desde que empezó el pasado 5 de marzo. Basta con echar un vistazo a la muestra para darse cuenta de la emoción que sienten muchos al recordar los objetos con los que jugaban en su infancia. Ésta es una de las razones que ha movido a Quiroga a hacerse con una de las colecciones de juguetes más importantes del país.

Unido a León

Nada menos que 1.200 ejemplares de distintas épocas conforman esta muestra, mil de las cuales se pueden ver ahora en León, la ciudad en la que Quiroga nació y pasó su infancia y buena parte de su juventud. Hasta los 23 años, cuando tuvo que marcharse a Oviedo, donde reside en la actualidad. Sin embargo, él mismo reconoce que muchos de sus recuerdos de cuando era pequeño están asociados a esta provincia, con lo que el hecho de que la exposición esté ahora aquí tiene un sentido especial para él.

Quiroga empezó a coleccionar hace más de 15 años y se ha hecho con un centenar de Mariquita Pérez, la célebre muñeca de los años cuarenta sólo apta para bolsillos pudientes en aquella época en la que la precariedad era la nota dominante.

De hecho, tiene la primera que salió a la venta y que mostraba ya entonces el lujo de este peculiar juguete, pintado a mano, con cabello natural y los ojos fijos. Una cámara de fotos de menos de un palmo que saca fotos de verdad, abrigos es de piel auténtica y zapatos de diseñador son algunos de los accesorios de esta muñeca con la que sólo unas pocas afortunadas pudieron disfrutar. «Se sacó en plena precariedad, pero con un gusto increíble, a un precio entonces exagerado, 100 pesetas», explica Quiroga. Sin embargo, su precio no impidió que en el primer mes se vendieran mil Mariquita Pérez en una España en la que mucha gente pasaba hambre y en la que un vestido de esta muñeca podía llegar a costar hasta 500 pesetas, para lo que no alcanzaba el sueldo de la mayoría. Por eso el juguete también es historia.

Esta exposición muestra dos de estas prendas, un traje de torero realizado por el modisto de Manolete y otro de «charra». Auténticas joyas que estaban a la venta en boutiques. Desapareció en el año 75 para dejar paso a la Nancy, también exitosa, pero sin su glamour, a pesar de ser la muñeca más vendida de la historia. Con el paso del tiempo volvió a las tiendas, pero ya nunca ha sido lo mismo.

Y no sólo las Mariquita Pérez eran juguetes para ricos. Además de estas muñecas, que eran la antítesis de las que cartón piedra que usaban la mayoría de las niñas españolas de la época, estaban los trenes de madera y los coches, algunos de los cuales han sido adquiridos ya en tiendas de antigüedades y a un alto precio que Quiroga no concreta -"»No me gusta hablar de dinero en estos casos», argumenta-".

Una de estas reliquias es el Bugatti de 1930 de la colección Quiroga-Montes. «Es el que más tiempo me ha costado conseguir», asegura su dueño con auténtica admiración. Fabricado en Ibi, donde se hacía la mayor parte de los juguetes de España y todavía hoy factoría de ilusiones de muchos niños, esta hojalata serigrafiada es uno de los pocos que se hicieron en el país de la marca más laureada de la historia.

El secreto de Quiroga es «constancia y orden» a la hora de coleccionar. Y también tiempo y dinero, pues algunas de estas piezas pueden superar los 30.000 euros. Hasta 36.000 euros cuesta el tren de madera que data de 1918 y que tiene el sello de Joaquín Torres García. «Hay que lograr un equilibrio entre la razón -"el dinero-" y la pasión que uno siente por los juguetes», señala Quiroga, quien asegura que con el paso del tiempo va comprando menos juguetes, pero de mayor calidad. «No es cuestión de cantidad», matiza.

La historia del juguete sufre una gran transformación en los años 70, cuando su fabricación se traslada a China y consigue llegar a todo el mundo a través del gigante asiático, después del boom del plástico de los años 60. Esto hizo que la artesanía haya sido poco a poco relegada a un segundo plano frente a la fabricación masiva. Va desapareciendo el cartón piedra, la madera y la hojalata, muy escasa durante los años de la Guerra Civil, para dejar paso a la inyección de plástico, que en España llegó en el año 98.

Entre los juguetes de los que casi todos se acuerdan, Magia Borrás -"que sigue funcionando después de cuatro generaciones-", los trenes de madera, los soldaditos -"la pieza más antigua de la colección Quiroga-Montes son unos de 1870, cuando comenzó el juguete en España-" o el teatrillo español, hecho con cartón, papel y tejido que dejaba todo lo demás para la imaginación.

Mari Pepa -"la más costosa y difícil de encontrar en la actualidad-", Celia, Gisela, Cayetana, Antoñita la Fantástica o coches de casi cualquier época, además de cuentos y muchas otras piezas también dan forma a este repertorio que, a buen seguro, despertará el lado más tierno de algunos y levantará las pasiones de muchos al recordar su niñez. ¿Quién no tiene un niño dentro?.

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