Diario de León

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Cuentapropistas

Rajoy quiere que los emprendedores tiren de la maltrecha economía de España y saquen del paro a los más de cinco millones, pero no arrima el hombro

León

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Dicen que cuando a una rana se la echa en agua hirviendo pega un salto y salva la vida por puro instinto. Pero si al batracio se le mete en agua fría y la olla se va calentando poco a poco se acomoda a la temperatura y se muere plácidamente hervida. Esta última técnica es la que utiliza Rajoy para que a España no la conozca ni la madre que la parió después de 30 años de democracia y de progreso. Pero millones de españoles, huelguistas y simpatizantes, saltaron de la olla a la calle el 29-M.

Lo que hace Rajoy es palabra de Dios. Se repite en toda la geografía del azul PP, que creían que iba a ser como decir España entera, aunque se quedaron a medio gas en Andalucía y en brazos de UPyD en Asturias. Rajoy tiene trayectoria en recortar a la ciudadanía. Lo dijo una empleada pública jubilada de la Diputación de Pontevedra: «A mí ya me bajó el sueldo cuando fue presidente».

Y ya llovió desde aquello, aunque llevamos un invierno sin una gota de agua. Pero de sacar a la Virgen de Castrotierra, por ahora nada de nada. No te hagas ilusiones, Jesús, hasta que pase la Semana Santa, que los papones y paponas están temblando mirando al cielo.

La olla se calienta

La técnica de calentar la olla poco a poco es la que Emilio Gutiérrez ha bautizado como plan de ajuste del Ayuntamiento de León. Está claro que los 150 puestos de trabajo que se eliminan de un plumazo van a salir de servicios públicos esenciales; está claro que la subida del autobús perjudica a la población más vulnerable; está claro que el subidón en las tasas de las Escuelas Infantiles Municipales (que acabarán privatizadas y degradadas a guarderías por falta de personal cualificado) va en detrimento de la conciliación de la vida laboral y familiar de las familias que más lo necesitan...

Pero esto de la conciliación lo arregla Gallardón en un pispás con su receta de mujer-mujer. La mujer-mujer que se precie, no sólo tiene que ser madre por imperativo legal. Con medidas como los recortes en servicios sociales, que son servicios a la familia y a la mujer, ser madre será además una auténtica hazaña. Parirás con dolor y criarás a tus hijos con el sudor de tu frente; el municipio se lava las manos como Pilatos.

Afortunadamente, como dijo Charo Izquierdo, la directora de Yo Dona, la mujer del siglo XXI conoce su sitio. Discrepo en que lo ocupe en la medida que le pertenece. Todavía tiene que pedir permiso (y perdón) en muchos sitios. Es así, por desgracia.

Mujeres, sin permiso

Quizá se refería Charo Izquierdo a todas esas mujeres que conoció en el I Showroom de Moda y Complementos que organiza Aldimo (Asociación Leonesa de Diseñadores de Moda) en el Palacín de Perrault, junto a la maltrecha fachada de la azucarera. Son emprendedoras —sólo un diseñador se ha animado a participar en esta primera pasarela— que resisten como juncos a los vientos de la crisis. Y que le han plantado cara con una iniciativa de cooperación en la que entre todas tiran por cada una. Ellas son mujeres, mujeres sin permiso.

Que el mundo está cambiando está claro. Hasta en Cuba echan a la calle a los burócratas para que se conviertan en cuentapropistas —los autónomos de aquí— y tiren de la economía del país. Es la misma fórmula con la que Mariano Rajoy pretende acabar con el paro. Su política de sembrar el país de emprendedores ya está inventada. Lo que hace falta es que reciban siquiera una milésima parte de las ayudas que se dan a los bancos para su salvación. Que los créditos ICO se empleen en impulsar un nuevo tejido económico y no en pagar favores a grandes empresas que han vivido del pelotazo. La Diputación y su presidenta, Isabel Carrasco, que luce retrato de reina en el Palacio de los Guzmanes, se han mojado para dar un empujoncito al proyecto de Aldimo. ¡¡ Chapeau! !

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