Diario de León

libros

La memoria desvelada

Xeitu acaba de publicar las estampas leonesas captadas por el foco de Amós Salvador, diputado por León durante la monarquía y la república. El libro es una excursión por los parajes y las escenas, un paseo alrededor de los rostros perdidos de los primeros años del siglo pasado

Amós Salvador y Octavio Álvarez Carballo en el Molino de los Curas, en Mansilla de las Mulas, hacia 1922.

Amós Salvador y Octavio Álvarez Carballo en el Molino de los Curas, en Mansilla de las Mulas, hacia 1922.

León

Creado:

Actualizado:

La memoria es un instrumento poderoso. A veces tiene el poder de velar algunas de las escenas vividas; en ocasiones las devuelve en blanco y negro y otras es capaz de filtrarlas a través de la luz, recreándolas en color, como si se realmente fueran experiencias nuevas, vivencias inéditas, paisajes insólitos. Sí, la memoria es frágil y siempre está indefensa, desamparada ante la fuerza de la vida, que es quien decide qué recuerdos vela, cuáles recrea con imaginación, y cuáles aparta en un rincón, latentes, a la espera...

Víctor del Reguero y Wenceslao Álvarez Oblanca acaban de editar un libro que recupera algunas de las estampas perdidas de la provincia. Publicado por Xeitu, Escenas leonesas. 1906-1931 recoge las fotografías que el que fuera diputado por León, Amós Salvador Carreras, realizó a principios de los años veinte. La Casona de Sierra Pambley de Villablino abrirá una muestra con estos documentos.

No es la primera ‘intromisión’ que Víctor del Reguero hace en la vida de Amós Salvador. Hace un año aparecía una biografía del filántropo que se hiciera leonés por matrimonio —se casó con Josefina Álvarez Carballo— y al que se deben las escuelas que se construyeron en Laciana. «Una intensa y extensa vida la de Amós Salvador —dice el autor en el prólogo— plagada de acontecimientos que le mantienen siempre o casi siempre cerca de la primera línea, pero a la vez siempre en un segundo plano al que también la historia parece haberle relegado». Arquitecto, político, fotógrafo, bibliófilo, ateneísta, librepensador, Amós Salvador destacó en todo aquello que se propuso.

Ministro de la Gobernación en el gobierno de Azaña, comenzó su carrera como diputado por León y la terminó en el exilio, con el honor de haber sido uno de los enemigos públicos de Francisco Franco.

En León dejó un legado inmenso: escuelas construidas entre 1910 y 1920 que diseñó como arquitecto y que regaló a los pueblos. La más valiosa y conocida es, a tenor de Víctor del Reguero, la de Orallo, levantada en memoria de su tío político, Secundino Gómez, y costeada por su cuñado, Octavio Álvarez Carballo. Arquitecto innovador, fue el artífice de la conocida como vivienda mínima y uno de los que más trabajo invirtió en el mejoramiento de las condiciones de los estudiantes menos afortunados. Rabanal de Abajo, Villaseca, Rioscuro, Robles, Sosas y San Miguel de Laciana son buena prueba de su esfuerzo.

Como lo son estas imágenes: retratos de sus hijas, Mercedes y Maríita, de su mujer, de su familia política... estampas que demuestran que el tiempo de la vida es tan efímero como el fogonazo de la cámara con que la capturó. Destacan los editores del libro que las de Amós Salvador no son unas imágenes marcadas por la espontaneidad. Y es que el grueso de las fotografías se compone de excursiones y visitas en las que habría entrado dentro de los planes el propio hecho de fotografiar. «Es el caso de las Hoces de Vegacervera, del desfiladero de Los Beyos o del Puerto del Pontón, y de imágenes de arquitectura tradicional y religiosa en diferentes enclaves», sostienen.

Una de las características de la práctica de Amós Salvador es el afán de relegar a un segundo plano la figura humana. Así, en la mayoría de sus fotografías, el protagonismo siempre lo detenta el paisaje, en un intento de generar atmósferas románticas. «En muchas se aprecia una exploración de la luz, como en no pocas de la serie de la Mata del Moral o en algunas tomas del valle de Laciana marcadas por fenómenos meteorológicos que el propio autor anota en las placas: ‘bajo la lluvia’, ‘con sol’», explican Oblanca y Del Reguero.

Añaden que habría sido el propio Amós Salvador el que durante las primeras semanas de la guerra decidió poner a salvo algunas de las imágenes realizadas.

Buena parte de estos fondos fueron a parar a manos de su sobrino Antonio y las cajas de placas estereoscópicas las custodiaría su otro hermano, Miguel Muñoz, evitando así su pérdida o destrucción.

Gracias a la afición de Salvador Carreras, hoy podemos contemplar espacios que han desaparecido, como la plaza de San Marcelo con su caño —hoy en San Isidoro—, y el desaparecido hospital de San Antonio, el claustro de la Catedral en obras, los soportales de Santa Ana o el mercado que a principios de siglo se celebraba en la plaza del Grano.

Pero no sólo. El objetivo de Amós Salvador no desenfocó detalles únicos de la provincia. Es el caso del Hércules niño que resguarda una hornacina sobre el arco de la ermita de la Virgen de las Puertas en Grajal de Campos, el puente de Rioscuro o el hórreo de teitu de Caboalles.

El celo de los autores ha permitido que el libro recoja el poema que Juan Ramón Jiménez le dedicó a su amigo Amós: «... Y… ¡oh montones de luz, oh pedrerías/de color, dulce amigo predilecto,/que diste a mi romántico intelecto/con la virtud de tus fotografías!...» No en balde, el premio Nobel fue un amigo estrecho del político, con quien pasó largas temporadas. Los versos aparecieron en Sonetos espirituales y evoca las jornadas vividas junto a Amós Salvador que, «estando yo enfermo, me regaló con su estereoscópico».

El arquitecto fue además uno de los primeros españoles en lograr imágenes en color y lo hizo con una placa autocroma estereoscópica entre 1910 y 1915. La instantánea recoge uno de los prados situados entre Villager de Laciana y Orallo.

Recoge una escena entonces my habitual en los albores del verano, la siega y recogida de la hierba, en este caso inmortalizada con un carro cargado de ella y sobre él un niño que seguramente participaba en las tareas.

Explica del Reguero que todos los intentos que desde décadas atrás se hicieron para conseguir plasmar en color lo que había delante de la cámara, habían tenido escaso éxito o habían sido tachados de imperfectos.

Fue por lo tanto Amós Salvador uno de los primeros en liberarse de «la intolerable esclavitud del blanco y negro», según escribió en su Fotografía de los colores El premio Nobel de Medicina, Santiago Ramón y Cajal. Hay una imagen en este reportaje que da fe de hasta qué punto las imágenes que ahora publica Xeitu son un canto a la nostalgia que siempre tiñó la vida de Salvador Carreras. Es la imagen en la que aparece con su cuñado, Octavio Álvarez Carballo, de quien se distanció por su militancia republicana.

El leonés, monárquico acérrimo, cambió su testamento en treinta y dos ocasiones con el único objetivo de impedir que su hermana y su cuñado heredaran algo de lo que poseía. Puede decirse que así de abruptamente terminó la relación de Amós Salvador con la provincia.

tracking