Diario de León

Acierto comercial en la travesía de la N-601

Primavera en Puente Villarente

PUENTE VILLARENTE SE OFRECE COMO EJEMPLO DE CONSTANCIA COMERCIAL FRENTE A LA CRISIS; LA RECESIÓN NO HA CERRADO NEGOCIOS EN ESTA TRAVESÍA DE LA RIBERA DEL PORMA

Vista de una de las zonas de Puente Villarente, donde es habitual el distintivo comercial y los negocios al pie de la Nacional 601.

Vista de una de las zonas de Puente Villarente, donde es habitual el distintivo comercial y los negocios al pie de la Nacional 601.

León

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La travesía de Puente Villarente es lo más aproximado al kilómetro de oro que se puede ver hoy en la geografía leonesa. Un lugar que ofrece una cara distinta al persianazo y cierre que salpicó sin excepción y sin miramientos, y arrasó estructuras comerciales de décadas en las áreas rurales mejor dimensionadas de la provincia. Cinco años después de que la palabra crisis se sumara como apellido a la toponimia leonesa, en todos los órdenes que tienen que ver con la economía y la pirámide social, hay un asentamiento que se presenta como excepción de la norma: no sólo aguantó en los momentos más duros del declive; sale de ese paréntesis con mejores ratios. «Hay licencias nuevas de actividad, y no se han cerrado negocios», resume Valentín Martínez, alcalde de Villaturiel, municipio al que pertenece la mayor parte de este territorio, complejo y extraordinario, también en la estructuras administrativa y política.

Puente Villarente está asentado sobre tres términos municipales (Villaturiel, Villasabariego y Valdefresno) y dos pedanías, o entidades locales menores (Toldanos y Villarente). Su estructura física, sin embargo, escapa a la figura geométrica más o menos convencional que preside las pequeñas aldeas que diseminan por los cuatro puntos cardinales de León índices paupérrimos de densidad de población, o puntos semi abandonados o desatendidos bajo el umbral de los límites mínimos de la Europa del bienestar. Este núcleo atiende de sobra al cometido sobre el que se fundó: prestar servicios y comercio. Y sobre ese cometido se ve dispuesto hoy, a lo largo de los mil metros que separan la margen derecha del Porma y la salida del pasillo que deja al viajero casi en medio de la Sobarriba, dirección oeste, a cinco minutos de la capital leonesa. El lineal de la carretera Nacional 601 traslada por una oferta variada y transversal entre más de medio centenar de establecimientos, sedes administrativas, entre las que a duras penas se encuentra suelo comercial disponible. «Hay licencias y no hay cierres», reitera el alcalde de Villaturiel, para enfatizar el fenómeno comercial de éxito que se ha labrado a lo largo de años y que ha terminado por confirmar el lugar en una referencia señera que trasciende, por supuesto a las fronteras municipales. A Puente Villarente se acude desde el entorno con la misma fluidez y el hábito de consumo que puede presidir la relación de los clientes con los híper, súper o centros comerciales que circundan el área urbana de León. No en vano, en ese lineal recurrente de la carretera nacional se suceden ferreterías, carnicerías, panaderías, pastelerías, asesorías veterinarias, fitosanitarios, talleres, gasolineras, tanatorio peluquerías, centros de belleza, estanco, corredurías de seguros, marmolerías, residencias de la tercera edad, albergues de peregrinos (punto de referencia en la Ruta Jacobea), farmacia, talleres de serigrafía e imprenta, bares, restaurantes y bancos. Habrá calles de cabecera en ciudades con pujanza que no pueden presumir del mismo ratio de oficinas bancarias que esta doble pedanía de la vera del Porma, donde cuatro entidades bancarias fidelizan clientes desde hace varias décadas. Que la actividad comercial de Puente Villarente merece la consideración de exitosa —en medio de la sensación de declive que preside los últimos balancees generales— se aprecia por el gentío que convoca. Excepcionalmente en periodos vacacionales, que han terminado por convertirle en segundo lugar de vacaciones y ocio para los miles de almas que conforman la población flotante que acude o regresa a los pueblos de las comarcas más próximas; de manera extraordinaria por la aportación del Camino de Santiago, que explica el crisol racial y cultural que se puede apreciar cualquier tarde estival en las terrazas de los establecimientos hosteleros del lugar; y como lugar de encuentro, descanso o resolución entre los miles de personas que a diario transitan entre León y el sur de la provincia, o la montaña oriental. «Siempre hay gente en Puente Villarente», reconoce el alcalde de Villaturiel, de la parte municipal en la que puede estar asentado hasta el noventa por ciento del tejido comercial de la zona, vinculada por su pedanía de Toldanos.

La otra cara de este espléndido resultado comercial que ha reportado a Puente Villarente la fórmula de lugar de paso se localiza en los cordones que salen de la población, hacia el norte, por la carretera de Boñar, en forma de urbanizaciones que dan soporte una de las pirámides poblacionales más saludables de León. Villasabariego es el municipio de este código postal, que aglutina la mayor parte de la población con residencia fija en este núcleo, donde se experimentan incrementos constantes y sostenidos, ceso tras censo: según ese sistema de control, en el último año había casi doscientos residentes más en esta población que cuando se despidió el siglo veinte.

Por la capacidad de convocatoria de los más de cincuenta establecimientos comerciales que cada día levantan la trapa en Puente Villarente no era certero el pronóstico de que la carretera añade prisa y no aporta gente. Los industriales de esta zona han patentado ya una formula de éxito, que puede que tenga que ver más con la calidad que crea fieles que con los hábitos de transporte; y que sabrá subsistir cuando la A-60 pase el Porma y no muera al pie de Villacete.

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