Diario de León

Cultura sobre ruedas

El bibliobús ya es un cuarentón

Llevan cuatro décadas acercando un poco de cultura a los pueblos leoneses con menos posibilidades. En este tiempo, han recorrido miles de kilómetros y recogido cientos de historias

La Diputación de León dispone de seis vehículos que recorren la provincia casi todos los días del mes cargados de cultura.

La Diputación de León dispone de seis vehículos que recorren la provincia casi todos los días del mes cargados de cultura.

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León

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Recorren la provincia llevando a los pueblos un pedazo de cultura a bordo de sus cuatro ruedas. Son, hoy por hoy, una de las pocas fórmulas en funcionamiento que acercan la literatura a las deshabitadas zonas rurales. Son los bibliobuses, un servicio que sopla ahora las velas de sus cuatro décadas en las que ha recorrido kilómetros como para dar la vuelta al mundo varias veces.

Estas peculiares bibliotecas sobre ruedas cuentan en León con casi 11.000 socios, ávidos de un poco de lectura y muy fieles a este servicio, que depende de la Diputación de León y que se integra en la Sección de Coordinación de Bibliotecas. Su funcionamiento se coordina desde el centro que tiene en San Cayetano. Allí trabajan la mayoría de las 18 personas que componen la plantilla entre coordinadores, ordenanzas, auxiliares de biblioteca o conductores. Todos a las órdenes de Roberto Soto, jefe de sección de Coordinación de Bibliotecas.

Cuatro vehículos en la provincia y dos más en la zona del Bierzo recorren cada día varios pueblos ofreciendo unos fondos que nada tienen que envidiar a los de una buena biblioteca.

Los bibliobuses —que celebran su día oficial el 28 de enero desde este año— visitan cada localidad de su recorrido diez veces al año, cada veintiocho días excepto en los meses de julio y agosto, cuando se paraliza el servicio. Entre todos, recorren 500 pueblos leoneses, a razón de cinco días a la semana durante dos semanas al mes y las otras dos salen cuatro días, lo que supone 18 rutas mensuales llevando sus libros de acá para allá.

A pesar de que para muchos el bibliobús pueda parecer algo desfasado por la cantidad de años que lleva recorriendo las carreteras de la provincia, cada año son más las personas que se hacen socias y los prestamos de libros no decaen, sino que crecen.

El requisito fundamental para su llegada es que la localidad a visitar no tenga bibliotecas o centros propios y son muchos los que solicitan el servicio cada año. Otros, debido a la despoblación que sufren las zonas rurales, se quedan sin él ante la falta de demanda. «No se discrimina a ningún pueblo, pero con seis vehículos no podemos llegar a todos los rincones», señala Soto.

En su interior hay un poco de todo. Novelas, cómics, biografías, libros infantiles, revistas, audiolibros, películas y música. Se compran dos veces al año, 46 ejemplares de cada uno para distribuirlos entre todos los centros públicos dependientes. Entre ellos, no faltan algunos de los títulos más vendidos ni los clásicos más importantes.

Marisa Fernández es la encargada de la línea 3 del bibliobús. Junto a Chema, el conductor, forman el equipo que gestiona este servicio que sale cada día de San Cayetano a eso de las nueve de la mañana. Tienen unos cuantos kilómetros por delante y muchos libros que recoger y que prestar. La primera parada un día cualquiera es Audanzas del Valle. Una melodía clásica anuncia a los vecinos su llegada. Como cada mes, ya tienen a un vecino esperando con su bolsa de tela al hombro, deseoso de cambiar los libros que ya ha leído por otros diferentes. Asegura que nunca ha faltado a su cita mensual mientras revisa los nuevos títulos que se lleva a casa.

 

Fieles a su cita

De los 200 vecinos de este pueblo, los usuarios del bibliobús apenas se cuentan con los dedos de una mano. Eso si, son fieles a su cita mensual. «Suelen preguntar por lo nuevo que tenemos y se dejan asesorar porque ya conozco un poco sus gustos después de tantos años», explica Marisa Fernández. El suyo es «un trabajo muy agradecido, aunque también es verdad que te tiene que gustar el trato con la gente. Al final, el trato tan cercano hace que acabes preguntándoles hasta por la familia». Y no pocas veces algunos socios llaman para preguntar si ha pasado algo en el caso de que el autobús se retrase en su cita mensual.

Hace la misma ruta desde hace diez años y lleva 18 a bordo del bibliobús, casi dos décadas, como la mayoría de los empleados de este servicio cultural. Por eso conoce los gustos de sus socios y puede aconsejarles lo nuevo que se llevarán a casa, con un máximo por personas de seis documentos, como ellos llaman a cada uno de sus fondos, en total cerca de 4.000 en cada vehículo.

En Ribera de la Polvorosa varias vecinas se acercan al bibliobús a los pocos minutos de su llegada. Yolanda busca libros para su hijo de diez años. «Intento inculcarle la lectura desde pequeño», asegura mientras echa un vistazo a las estanterías en busca de algo que pueda interesarle.

Otra de las vecinas busca títulos para ella, su marido y sus dos hijos. «La economía no está como para comprar libros y gracias al bibliobús podemos leer», señala.

Las novelas son las más demandadas y los audiolibros, los que menos. Los que se van quedando viejos u obsoletos vuelven al centro coordinador o se donan a asociaciones benéficas para dejar sitio a nuevos volúmenes.

En Laguna de Negrillos los protagonistas son los alumnos del colegio de la localidad. En estricto orden y sin saltarse su turno, eligen los títulos que quieren llevarse a casa, mientras los profesores escudriñan en las estanterías algún libro que pueda resultarles útiles en las clases. Aquí hay para todos. Hasta allí se acerca María Jesús, una vecina que descubrió su gusto por la literatura «cuando leí Por quien doblan las campanas a los doce años gracias a mi abuela». Desde entonces, trata de que su pasión por los libros pase a sus tres hijos.

San Millán de los Caballeros es la cuarta y última parada del recorrido de la línea 3. Sólo hay un socio en este pequeño pueblo, pero esta vez no acude a la cita. De hecho, será uno de los pueblos de la provincia que se quede sin servicio a partir de enero.

El bibliobús emprende el viaje de regreso a San Cayetano con la satisfacción que da el haber ayudado a los demás. Esta vez en forma de cultura viajera. Mañana esperan nuevas aventuras entre los libros y sobre ruedas.

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