Diario de León

«Un grafiti no es una pintada»

David, por un lado, y Luis y Guillermo, por otro, forman parte de la última hornada de grafiteros leoneses. Las nuevas tecnologías no sólo difunden su trabajo; también son una forma de promocionarse. Por qué no tener un grafiti en casa o en un negocio

Guillermo y Luis delante del grafiti que han hecho en los muros de los depósitos de agua de Eras de Renueva.

Guillermo y Luis delante del grafiti que han hecho en los muros de los depósitos de agua de Eras de Renueva.

Ponferrada

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Sus únicas armas han sido y son los spray. Casi siempre incomprendidos, a veces perseguidos... Arte urbano por encima de todo. Ser grafitero es algo más que una explosión clandestina de color en una pared. «No es una pintada», coinciden en afirmar David, Guillermo y Luis, tres representantes leoneses de la última hornada que ya no se ocultan. Hoy los tres —David por su lado y Guillermo y Luis como amigos y socios— han convertido su gran pasión en una forma también de buscarse la vida. Casas particulares y tiendas tienen ya su sello.

Los tres empezaron cuando eran menores de edad. Pintar grafitis por las calles sigue sin estar autorizado en León, salvo que lo autorice el propietario, aunque el Ayuntamiento tiene habilitada desde hace años una zona en los muros de cierre de los depósitos de agua situados entre Eras de Renueva y la carretera de Asturias. También hay grafitis y grafitis. Al final de Eras, frente a la casa de Zapatero, justo un spray pintado en la pared a gran tamaño parece amenazar a los propietarios de los chalés del barrio con extender por sus muros el azote de la pintura. Los antiguos vagones que la Asociación de Amigos del Ferrocarril tiene en la estación de Renfe han sufrido el castigo de los vándalos en múltiples ocasiones. O la entrada a la Cerca Medieval, desde la plaza de Riaño. Parece un coro para la indignación por el poco respeto por lo público y el patrimonio. No es el caso de estos tres protagonistas. Ellos entienden el grafiti como algo diferente. «No son pintadas», insisten una y otra vez.

Luis y Guillermo, 22 y 21 años, no ocultan que a veces han estado en esa zona de sombra, entre lo consentido y lo prohibido, «porque también forma parte del mundo del grafiti», remarca Luis.

Hacer un grafiti es algo mas que apretar un spray y llenar una pared. «El subidón es lo que más mola», dice Luis. Y es que la marginalidad forma parte del currículum del buen grafitero. Estar y expresarse donde no está permitido expresarse. Para Guillermo, debe incluir ante todo y por encima de todas las cosas «una buena idea». «Por mal que te salga, si es una buena idea, será siempre un buen grafiti», sentencia.

Una de las obras de David, en Trobajo. DL / DADOSPUNTO CERO

Ambos forman el colectivo Heart, corazón en inglés. Una palabra que también lleva en grande las letras ART. Todo un grito para defender su forma de entender el arte urbano.

A través de Facebook, ambos, mano a mano, spray con spray, muestran sus mejores obras y graban sus propios vídeos. Ya les han encargado varios trabajos particulares y en comercios. Llevan haciendo grafitis desde que tenían 12 años. Luis lamenta que mucha gente no les tome en serio, cuando es un trabajo que lleva muchas horas y un considerable esfuerzo. «Un grafiti es como un tatuaje», resume Guillermo.

A través de Aguas de León los grafiteros leoneses pueden pintar con tranquilidad en las paredes de los depósitos de agua de Eras. Al tener autorización, ya no se encuentran al margen de la ley. Es una forma de ser respetados y respetar a los demás. La Policía Local, según fuentes del Ayuntamiento de León, lleva este año una identificación y dos intervenciones contra grafiteros. El año pasado cerró con 7 identificaciones y 42 intervenciones, según las mismas fuentes municipales.

David, grafitero también, con un marcado estilo propio, formó parte de Arte84, que tiene varias obras por la ciudad, como la sublime imagen de una mujer pintada en una de las paredes de Espacio Vías, justo a la altura de la escalera que sube hacia la calle Federico Echevarría. Su última obra es una gasolinera en el polígono de Trobajo del Camino, donde sobresale una antiguo coche. Parece de verdad. Espectacular.

 

M.C.C.

En ciudades como Salamanca, el Ayuntamiento ha tendido la mano a este colectivo. «Si te gusta el arte callejero, y tienes ganas de que puedan ver tu creación, puedes dejar tu sello en un muro de nuestra ciudad, de manera cívica y sabiendo que tu obra se verá y será respetada», se explica en el apartado de la Concejalía de Juventud de la web. Sólo se necesita una fotocopia del DNI, elegir una pared, hacer llegar el nombre del propietario — «por saberlo»-, un boceto del mural y rellenar la solicitud. El permiso hay que solicitarlo una semana antes y cuando se acabe, hay que mandar otra foto con el trabajo final.

En los alrededores de León los grafitis también forman parte del paisaje, como en la Ronda Este, en una finca cercada con muro de ladrillos cerca del Polígono X, o en la antigua Oblanca.

Para David, el grafiti es una técnica más dentro del mundo de la pintura, pero no siempre tiene por qué ser arte. En sus 15 años de experiencia lleva más de cien, aunque no los lleva tampoco contabilizados uno a uno. En España, su referente es SEX granadino, y a nivel mundial, los alemanes McLain. David hoy se ha independizado del proyecto Arte 84. Ofrece sus servicios a través de la web dadospuntocero.com. Empezó con 16 años y confiesa que ha pintado durante años «casi siempre» dentro de la ley y cuando no ha sido así «siempre», remarca, con sentido común, «tratando de pintar en zonas donde lo que pintara estuviera mejor que lo que había anteriormente».

David, frente a otra de sus obras. DADOSPUNTO CERO

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